Este instrumento tiene su origen en el siglo XV aunque parece que ya Leonardo DaVinci utilizó un aparato que podría considerarse su predecesor. Surgió en los talleres de carpintería en los que a los clavos se les hacía una ranura en la cabeza para poder rotarlos media vuelta y asegurar su agarre una vez dentro de la madera. A raíz de esta técnica se desarrolló lo que hoy conocemos como tornillo.
A pesar de ser tan conocido a veces nos resulta difícil elegir el más idóneo para nuestra caja de herramientas o no los tenemos en las mejores condiciones. Conocer las partes del destornillador, los tipos o darle un buen uso es esencial para que los pequeños trabajos de bricolaje en el hogar tengan éxito y resulten seguros.
Las partes del destornillador
En esta sencilla herramienta podemos distinguir tres piezas diferenciadas, cada una con sus características.El mango: se trata de la parte por la que sujetamos la herramienta y sobre la que ejerceremos la fuerza para hacerla funcionar. Puede ser de diferentes materiales, entre los que destaca la madera, las resinas plásticas y el PVC. Lo más importante a tener en cuenta cuando tengamos que elegir es que se acople cómodamente a la mano, que el agarre resulte adecuado, que no resbale y que tenga un material aislante de la corriente eléctrica.
El cuerpo: también conocido como cuña o vástago, es una barra de metal que varía su grosor y longitud dependiendo del tipo de destornillador.
La cabeza: quizá la parte más importante, se introduce en el tornillo para hacerlo girar. Los diferentes tipos dependen del tirafondo que se vaya a utilizar, variando el grosor y la longitud del filo, así como su forma.
Tipos y variedades de destornilladores
Existen diferentes modelos, pero los más comunes son los planos y los de estrella o philips. Podemos encontrarlos también hexagonales o tipo Allen, de horquilla o acodados (con el cuerpo formando dos ángulos rectos que facilitan su utilización). Los philips o estrellados tienen la ventaja de minimizar la posibilidad de que se salga de la ranura al tener forma de cruz. La fuerza que se ejerce para atornillar es menor que con los planos.Pero no sólo debemos fijarnos en la cabeza del tornillo: el destornillador debe también ajustarse al grosor y a la longitud de la ranura para lograr el máximo ajuste. Uno de lo mayores peligros se produce cuando la cabeza se resbala mientras estamos ejerciendo presión.
Los destornilladores de precisión, muy pequeños (menores de 10 cm. de largo), son utilizados en trabajos de electrónica y de relojería. Pueden tener igualmente punta plana o estrellada.
En el mercado además podemos encontrar kits con cuerpos intercambiables para un solo mango. Los destornilladores eléctricos y los de carraca facilitan mucho la tarea, eliminando casi por completo el esfuerzo que hay que ejercer a la herramienta. Estos traen diferentes cabezas que se acoplan al cuerpo.
Mantener la herramienta en buen estado
Para lograr un máximo rendimiento, resulta fundamental que el instrumento esté en perfectas condiciones. Algunos de los problemas más comunes se producen al utilizar el destornillador para tareas que no le corresponden. Usarlo como palanca o cincel es un error que acortará su vida útil.Entre los defectos más usuales encontramos mangos de madera agrietados o vástagos sueltos. Cabezas deformadas o dobladas y puntas rotas, malformadas o romas también suponen motivos importantes para desecharlo. Con una lima o una piedra de esmeril podemos intentar arreglar las puntas gastadas.
Mantenerlo magnetizado facilitará también cualquier tarea y apenas exige unos minutos.