Así, si cuentas con una ganzúa y una llave de tensión entre tus herramientas, verás cómo las utilizas en más de una ocasión. Con la puerta de ese trastero que siempre da problemas, con ese candado del que se ha perdido la llave o con esa caja fuerte que no hay manera de abrir.
Para empezar, tienes que saber que, pese a la idea generalizada, para forzar una cerradura normalmente son imprescindibles dos útiles: las ganzúas y las llaves de tensión. Es cierto que hay personas muy habilidosas que abren una cerradura con una horquilla o con un clip de papeles pero, no es una maña al alcance de todo el mundo.
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Tienes que entender que la mayoría de las cerraduras funcionan por un sistema básico de pistones, superiores e inferiores, que se alinean de una forma determinada para bloquear el mecanismo. La llave encaja en este engranaje precisamente porque mueve todos los cilindros hasta su concreta posición de desbloqueo. Eso es lo que tendremos que imitar al forzar con una ganzúa y una tensión.
La llave de tensión sirve para ejercer una ligera presión inicial que permite que la cerradura gire unos milímetros, desde luego, no perceptibles a simple vista. Con esa mínima apertura se puede introducir la ganzúa para que vaya moviendo los cilindros uno a uno hasta desbloquear el mecanismo.
Eso sí, además, te va a hacer falta un poco de práctica, paciencia y un buen oído que aplicar a la cerradura para notar los ligeros movimientos de su mecanismo e ir avanzando.