Hay tareas muy sencillas que hasta un niño puede realizar, como pasar la malla para limpiar la superficie del agua y enjuagar los filtros. De esa manera, estableciendo turnos para los quehaceres cotidianos, todos contribuirán a cuidar la piscina, y el mantenimiento general durante la temporada veraniega será un trámite sencillo, en beneficio de todos.
Un sencillo barrido matinal en superficie con la raqueta de malla, evacuando los insectos y las hojas, redundará en una apariencia impoluta y grata para todos los usuarios. Conviene hacer esta faena también a última hora de la tarde. Los residuos deberán volcarse lejos de la piscina, para evitar que una vez secos vuelvan a caer en el agua.
La vegetación cercana supone para nuestra piscina un suministro continuo de hojas, pétalos, ramitas, insectos, deposiciones de pájaros¿ El problema se agudiza con la altura de la flora: a mayor porte, más facilidad para que el viento conduzca los residuos botánicos al agua. El consejo habitual en este apartado es que los árboles cercanos a la piscina sean de hoja perenne, lo que mitiga al menos el problema.
Es importante controlar el pH y aplicar los desinfectantes idóneos. También esto debe inculcarse a los niños, explicándoles la responsabilidad que supone el tratamiento, y observando que lo hagan correctamente. Para los colegiales de las ramas de ciencias, es todo un aliciente verificar el pH con el papel tornasol, y hacer las mezclas de los productos.
El agua es un reclamo infalible para las avispas, que tienden a hacer sus panales cerca. Esto supondrá ocasionales caídas de avispas en el agua, permaneciendo el insecto a flote largo rato, con riesgo de picadura para cualquiera que se acerque. La vigilancia constante de las zonas aledañas para eliminar los panales, sobre todo cuando hay niños en casa, es el mejor método para evitar dolorosos percances.
Si hay niños de corta edad en la familia, la zona de la piscina requiere máxima seguridad. Lo más recomendable es instalar en todo el perímetro una valla de solidez adecuada, y cerrada con una portilla que tenga el pestillo por dentro, donde los pequeños no puedan alcanzarlo.
Muchas veces, los juguetes que los niños llevan a la piscina no son apropiados para el uso acuático. Por ejemplo, diversos materiales plásticos se vuelven quebradizos por la acción prolongada de los rayos solares, lo que supone un ¿desguace¿ paulatino de objetos que o bien flotan, pudiendo atascar los filtros, o terminan en el fondo, de donde hay que extraerlos.
Debemos rechazar también los juguetes acuáticos de procedencia barata: a menudo son inapropiados, y existe el riesgo de que la pintura se descomponga, causando un peligroso vertido tóxico.
Estas pautas sencillas evitarán muchos inconvenientes y trastornos. El correcto mantenimiento permitirá que la piscina sea el lugar de alegría, esparcimiento y diversión preferido por toda la familia. ¡Feliz verano!