Muchos bricolegas piensan que el llamado taco químico sólo tiene aplicaciones industriales, o cuando se instalan en las viviendas elementos pesados y voluminosos, como un aparato de aire acondicionado o los anclajes de una pérgola. Montajes que en cualquier caso normalmente se dejan en manos de operarios profesionales.
Sin embargo, el potente taco químico a veces constituye la opción más aconsejable para arreglos sencillos, de pequeño porte. El caso más habitual son las cargas en el eje del tornillo, como una lámpara colgada del techo, o la polea de un tendedero. En este reportaje veremos otro ejemplo: los soportes de una cortina, desvencijados por el uso diario.
El origen del problema no ha sido en realidad el peso del visillo y de la cortina, sino la tracción causada por el gesto diario de abrir la puerta de la terraza sin descorrer la cortina. La tela quedaba aprisionada entre la puerta y la galería, ocasionando fuertes tirones laterales en los soportes, algo para lo que no fueron diseñados. Ese brusco vaivén casi ha arrancado totalmente las fijaciones.
También el soporte central necesita intervención. Lo retiramos, y procedemos ya a la tarea. Antes de aplicar el producto, soplamos en los agujeros para eliminar todo rastro de polvo y arenilla. Las tensiones de la cortina han agrandado el agujero, simplificando el arreglo que vamos a efectuar.
Aplicamos el producto después de comprobar que la mezcla sale perfectamente homogénea, con su típico color gris. Dado que los agujeros son de pequeño diámetro, no podremos introducir la cánula, de modo que empujaremos la cantidad aplicada con las mismas fijaciones del soporte, para que el adhesivo rellene toda la extensión del agujero.
El taco químico endurece con rapidez, de modo que ejecutaremos sin dilación la tarea una vez hayamos comenzado. Con los agujeros colmados de producto, volvemos a colocar las fijaciones, apretando todo lo posible. El soporte de la izquierda no se mantiene en la posición correcta, de modo que recurrimos a un sencillo arnés con cinta americana.
El soporte central ha encajado sin holgura, y lo ajustamos con el martillo de goma y un improvisado ayudante, el alicate. Aquí no necesitaremos montar el aparejo con la cinta americana. El soporte de la derecha, libre del vaivén de la puerta, no ha sido violentado y no precisa arreglo.
Dejamos pasar 24 horas para cerciorarnos de que el producto ha quedado plenamente sólido. Confiamos en que el arreglo será definitivo, recordemos que el taco químico se utiliza para anclar en la pura roca los mosquetones de los alpinistas.
Finalmente, colgamos las cortinas con sus barras y volvemos a poner la bonita galería de cerezo. Y desde luego, aunque el taco químico sea recio como la piedra, en adelante evitaremos esfuerzos inadecuados, y siempre retiraremos del todo las cortinas antes de abrir la puerta de la terraza. Como vemos, el taco químico resuelve a la perfección un sencillo arreglo en el hogar.