El mercado nos ofrece una variada gama de tapagrietas, que son masillas ligeras aptas para arreglar grietas y agujeros en madera, yeso, estucado, escayola, cemento y, en general, cualquier material poroso y de construcción. Las masillas también sirven para enlucir muros y restaurar superficies antiguas.
Las tapagrietas tienen una aplicación limpia, cómoda y sencilla. Las masillas no se agrietan ni merman, y no descuelgan al aplicarlas. Secan con rapidez, y podremos entonces lijar la zona y después barnizar o pintar encima, consiguiendo una reparación de toda pulcritud. Gracias a su resistencia al agua son también idóneas para uso exterior.
Los diversos tipos de masilla
La familia de las masillas de reparación es variada y muy completa. Las masillas multiuso ofrecen polivalencia y rapidez, son pintables y barnizables. Las masillas de fibra sirven para grietas con movimientos, sea por dilatación de los materiales o por vibraciones. Por su riqueza en fibra de vidrio sustituyen ventajosamente a las tradicionales mallas de refuerzo.
Las masillas para hormigón son las más resistentes, y permiten arreglos en todo tipo de muros y tabiquería. Las masillas para madera son bien conocidas del aficionado, se utilizan para sellar agujeros y deterioros en los muebles. El acabado es perfecto ya que podemos lijar, pintar y barnizar encima, y el mercado nos ofrece cualquier tono: nogal, pino, teka, cerezo, wengué, haya, sapelli…
Respecto a los formatos, las tarrinas desde 250 ml hasta 5 litros son indicadas para aplicaciones medianas y grandes. Requieren el uso de espátula para sacar y aplicar el producto. Los manejables tubos de plástico se aconsejan en pequeñas reparaciones y trabajos delicados, dado que su cánula permite dosificar bien el producto y aplicarlo con la mayor precisión.
Modo de empleo
Para conseguir un acabado óptimo, debemos preparar antes la superficie. Eliminaremos concienzudamente el polvo, la arena y toda clase de partículas depositadas. Aplicaremos la masilla con una espátula flexible, presionando y alisando el producto. Para obtener un buen acabado final, humedeceremos la espátula con agua.
Si el producto está demasiado seco, añadiremos un poco de agua para recuperar la adecuada consistencia. Respecto a la conservación, el envase herméticamente cerrado en lugar fresco y seco preservará la masilla hasta 24 meses. Las masillas tapagrietas son sustancias limpias y sin peligro para la salud. Al terminar, los útiles de trabajo y los rastros en la piel se limpian con el chorro de agua, o un somero raspado si el producto ha endurecido.
Agradecimientos a Alicia Gordon, de Quilosa