Después de una eternidad sin ordenador, que me dejó colgada y sin poder publicar la semana pasada hoy os traigo una idea, fácil, barata y supercuki para decorar reciclando.
Tanto dar vueltas por internet, tenía que dar sus frutos. por eso, el día que al lado del contenedor de mi casa dejaron unos cuantos cajones viejos, se me encendió la lucecita.
Mi padre, carpintero aficionado me decía que estaba loca, pero en cuanto vi los cajones los metí en casa corriendo y ya tenía en la cabeza lo que iba a hacer con ellos.
Seis cajones viejos, astillados incluso, que daban rienda suelta a mi imaginación, y como en nada me iba a ir a vivir a mi casita e iba a necesitar muebles, era como si el universo me los hubiera enviado.
En esas estaba, cuando llegaron mis tías, todas muy dadas a la pintura, la costura y las manualidades, y cuando les dije lo que pensaba hacer, se volvieron locas y me mangaron cuatro cajones, que ahora son estanterías pintadas en sus casas.
Pero yo, me los reservaba para mi nuevo hogar, y pude quedarme con dos.
Meses después ya en mi casa, un finde tranquilo, en el que mi chico no podía venir, mis amigas tenían compromisos familiares y todo el mundo tenía planes que no me apetecían demasiado, me puse manos a la obra.
Os lo explico en pocos pasos, porque no tienen mucho misterio.
He aquí como eran los cajones, en bruto.
Lo primero, una lija, y a alisarlos un poquito, tampoco mucho eh, que así en rústico tienen su encanto.
Una vez lijados, cogí pintura blanca americana y a pintar, una gozada, me relaja un montón darle al pincel.
Dejé el fondo sin pintar para darles color después.
Fácil no, facilísimo, la única pega, que pasar del marrón al blanco conlleva varias capas y hay que esperar a que se vayan secando.
Y una vez terminado el blanco, le dí color a los fondos. pensaba ponerles algún papel o tela bonita, pero era mucho más lío, así que los pinté en rosa y en gris, dándoles varias capas también.
Y una vez secos, aquí están.
El rosa lo dejé liso, pero al gris, le pinté unos topitos blancos, y no se cual de los dos me gusta más.
Una vez terminados y bien secos, solo hay que colgarlos, y ya están en mi taller esperando a que lo coloque todo y les de vida con cositas.
Más económico imposible, rebonitos y lo mejor de todo, me lo pasé como una enana haciéndolos.
Así que si os encontráis algún cajón, o muebles viejos abandonados por ahí, dadles una segunda oportunidad, que merece la pena y os ahorráis una pasta.
Espero que os sirva mi idea.
La semana que viene más.
Besitos