En este reportaje os animamos a realizar un grabado con linóleo, material blando que se trabaja con gubias de distintas formas en el que se hace un dibujo. Consiste en eliminar parte del material de la plancha hasta obtener el dibujo en relieve y, una vez terminada la plancha de linóleo, aplicaremos un papel sobre el que ejerceremos presión, para que el dibujo que tenemos en la plancha lo podamos transferir al papel, es decir, obtengamos una huella de esa plancha trabajada. No debemos olvidar que para obtener el gofrado necesitaremos humedecer el papel previamente, colocarlo encima de la plancha de linóleo y ejercer presión a través de un tórculo.
Consiguremos mucho más contraste si vamos aplicando colores complementarios como el rojo y el azul o el naranja y el verde. Entre colores podemos pintar dentro del dibujo una línea separatoría de las formas de cada objeto.
Es importante no tocar el papel con las manos para evitar que se ensucie y queden marcas de huellas. A continuación, comenzaremos a pintar con pinceles de diferentes tamaños, dependiendo de la zona, del efecto y grosor que queramos dar a nuestro dibujo. En este caso, hemos empezado por pintar el cielo de rojo, ya que es un color vivo y fuerte que va a dar fuerza al grabado.
Poco a poco iremos viendo que el dibujo se convierte en un paisaje lleno de colores y que puede variar la gama cromática, eso sólo depende del gusto del creador. Además, a medida que vayamos terminando el dibujo podremos ver un detalle del cuadro donde se aprecia el relieve que ha producido la plancha de linóleo, mezclado con el degradado de los colores.
Una vez que tenemos el dibujo transferido al papel, comenzamos el proceso. Para pintar con óleo sobre papel, debemos darle una fina capa de imprimación a éste para evitar que la absorción del óleo se produzca muy rápido, y evitar así, que las grasas dejen cualquier tipo de mancha.
Utilizaremos óleos de diferentes colores que los mezclaremos sobre una paleta. No es necesario utilizar muchos colores, es suficiente con tener los tonos básicos: amarillo, magenta, cian, blanco y negro. Con estos cinco colores podemos obtener todos los demás. No obstante, en el caso de que queramos diluir la pintura necesitaremos un disolvente, como puede ser el aguarrás.
Con cola blanca pegaremos los laterales al soporte y ejerceremos presión. Cuando el pegamento esté lo suficientemente seco, aplicaremos barniz con un tinte para que la madera coja color. Se aplica con una brocha que tenga el pelo suave una o varias veces, dependiendo del color que busquemos.
Definitivamente, el cristal lo pondremos sobre los cuatro listones para que quede elevado, lo sujetaremos con cuatro clavos de cabeza redondeada.
Para fabricar un marco tendremos que estar provistos de maderas en estado natural, es decir, maderas que no estén tratadas de ninguna manera. Estas las utilizaremos para la parte de atrás, donde se va a apoyar el grabado. Además, la madera debe ser plana y tener cuatro o cinco centímetros más de anchura que el grabado.
Para las zonas que van a actuar de marco, utilizaremos listones con la misma anchura que hemos dejado para la parte trasera del cuadro, unos cuatro o cinco centímetros. A continuación, cortaremos las esquinas en inglete, previamente marcadas, con un serrucho.
Por último, colocaremos el papel encima del marco y protegeremos nuestro grabado del polvo y suciedad. Para ello, necesitaremos un cristal que quede un poco holgado y que no aplaste el relieve que se ha creado en el papel.
Una vez que estén los cuatro laterales cortados con la medida ajustada, se liman los lados interiores para que queden redondeados. Además, también se puede hacer una muesca con una gubia para que la madera no quede tan plana.