Tenía una caja de botellas convertida en una especie de baldas pequeñitas a la que no sabía que uso dar. Fué un regalo y no quería tirarla pués en el fondo me gustaba, pero no le encontraba uso en casa. Era verde, un verde bonito pero el color no terminaba de encajar.
Es una pena pero no tengo foto de cómo era antes.
Decidí cambiarle el aspecto y el uso, así encajaría perfectamente en el comedor.
Para ello estos son los pasos que dí:
La lijè
La pinté directamente con esmalte al agua (que es todo un invento) color blanco nepal. Es como un blanco roto tirando a beige. Le dí tres manos para que el verde no se trasparentara.
Cuando se secó, con un pincel, le pinté con betún de judea las esquinas interiores de la caja y antes de secarse, limpié el pincel con un trapo y difuminé el betún para darle el aspecto de envejecida.
Con un trapo manchado con betún, manché la caja para rematar el aspecto envejecido.
Cuando se secó, dibujé en la parte de fuera unas flores (que antes también tenía pero que se habían borrado al pintarla) con betún de judea y rotulador gris plata.
Y el resultado fué...
Sencillo de hacer, práctico (ya que pude finalmente dar un uso a la caja), económico (utilicé materiales que ya tenía, no gasté en nada) y reciclado.
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