Aunque su estado era algo deplorable, ya que conservaba algún que otro resto de excremento y de plumaje de gallina o similar, creo que compré una ganga.
Después de una buena limpieza con agua y jabón e insistiendo bien en determinadas zonas, le di una capa de cera color plata con un trapo de algodón.
Sigo usándolo de botellero, y en él he puesto botellas que he ido comprando en algunos de nuestro viajes, aunque su función es más decorativa que antaño.