En primer lugar, debemos comenzar realizando un mantenimiento exterior de los radiadores. Debemos limpiar los radiadores y para ello aplicaremos un buen producto de limpieza, no corrosivo, para eliminar la suciedad acumulada. Y, en el caso de que la pintura se haya descascarillado, aplicar una mano de pintura específica para radiadores, para dejarlos como nuevos. Esto le dará más potencia la los radiadores y podrás ahorrar en calefacción.
Una vez que estén perfectos exteriormente, el siguiente paso es comprobar su funcionamiento. Lo primero que debemos verificar es que calienta de manera uniforme por todo los lados. Si no es así, puede ocurrir que exista aire en el interior que impida que el fluido de calor se reparta por igual o, por el contrario, que existan sendimentos dentro del radiador que impidan que salga el calor.
Para solucionar ambos problemas y lograr ahorrar en calefacción, tenemos que purgar el radiador. Para ello, lo primero que debemos hacer es cerrar las válvulas de entrada y salida del radiador y retirar las tuercas que unen el radiador a la pared para retirarlo, inclinarlo y conseguir que salgan todos los sendimentos atascados. Una vez que logremos quitar los sendimentos y el aire, lo volveremos a colocar aplicando un teflón de sellado extra, para evitar posibles fugas de agua. Por último, debemos rellenar todo el circuito con agua, alcanzando la presión óptima para comprobar que todo el radiador calienta por igual.
Como última tarea de mantenimiento debemos comprobar que nuestra caldera funciona correctamente, sin que tenga ningún señalador que nos advierta de cualquier fallo. En muchos casos, contamos con una revisión anual de la caldera gratuita que muchas veces nos puede ahorrar muchos años sin cambiarla.
Sencillo, ¿verdad? ¿Realizáis tareas de mantenimiento de vuestra instalación de calefacción? ¿Tenéis algunos trucos?
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