El escritorio era del padre de mi chico. Y previamente a este se lo regaló un amigo que lo iba a retirar de su oficina. Al principio, su padre lo tuvo en su despacho y allí pasó muchos años. Pero con el tiempo fue relegado al almacén y acabó como mesa de trabajo de bricolaje.
Os enseño como estaba el pequeñín cuando decidí rescatarlo y adoptarlo para montar mi pequeño despacho...
El pobre no podía tener más cosas encima. De hecho, había pasado mil veces por delante de el y ¡¡ni siquiera lo había visto!!
Bueno, pues en cuanto decidí que lo adoptaba e hice un trueque con el padre de mi chico (en el que salí ganando yo ^^), me lo traje a casa para a darle un poco de cariño a este señor tan mayor.
En cuanto retiré todos los trastos que tenía encima pude ver lo precioso que era mi nuevo escritorio...
Adoro estos cajones tan largos...¡son preciosos!
Lo primero que hicimos, fue retirar el cuero estropeado de cubría todo el tablero de la mesa. Y para ello tuvimos que retirar también los perfiles de madera que tenía por encima. Estos perfiles no pudimos recuperarlos, ya que con el paso de los años, estaban totalmente rotos y al levantarlos casi se desintegraron... una pena...
Debajo de este cuero, nos encontramos una estupenda sorpresa...que será carne de otro loco proyecto ^^.
Destapar este pequeño tesoro, me hizo mucha ilusión. Un periódico completo y en perfectas condiciones del año 1931. Como supondréis, tengo guardado cada pliego y seguramente terminen enmarcados en algún rincón de mi casa.
Tras rescatar mi pequeño hallazgo, continuamos retirando todos los clavos que sujetaban el cuero a la madera y los demás herrajes. Y al comprobar que no había resto alguno de agujeros provocados por la carcoma, nos dispusimos a retirar capas y capas de pintura negra. Es con diferencia, el mueble que más trabajo me ha dado para retirar la pintura, ¡que horror! parecía que nunca conseguiríamos llegar hasta la madera.
Al final, después de mucho lijar y mucho quitapintura, conseguimos hacernos paso hasta la madera. Y así fue como se veía el escritorio en este momento...
Como no queríamos tapar la madera con pintura ni con telas, decidimos darle una mano de lasur tinte en color palisandro, recortamos unos perfiles con un patrón que habíamos guardado de los originales y los anclamos al tablero con tornillos. Le dimos un par de manos de barniz acrílico incoloro de acabado mate a toda la superficie para mantenerla protegida, colocamos nuevamente los herrajes bien limpios y pusimos unas manillas nuevas a los cajones (ya que de las antiguas solo había una) y ¡listo! pudimos colocar nuestro nuevo escritorio en su nuevo hogar.
La verdad es que cuando el padre de mi chico lo vio, se quedó muy sorprendido. Le ha encantado el cambio y a nosotros también. Creo que se arrepiente un poco del mal trato que hizo conmigo, jejeje, aunque se que le emociona ver a su viejo escritorio siendo útil nuevamente...
Bueno, pues esto es todo, aquí se acaba la historia del escritorio de 80 años que hemos rescatado de las profundidades del olvido. Os dejo con las imágenes del antes y el después y me despido ya por hoy...
Antes Después
Pasad un feliz día y nos vemos pronto en Factorela.