Alguna os preguntaréis que para qué sirve un mallazo, nosotras también... Sólo sabemos que es una malla de acero compuesta por barritas soldadas entre sí formando cuadrículas, y que se emplea en la construcción. Dicho lo cual, procedimos a limpiarla con lana de acero y vinagre. Alucinante cómo sale el óxido con esta mezcla...
Nos deleitamos con el cambio...
Teníamos un bote con un resto reseco de mint y no era cuestión de tirarlo; un poquito de agua, un enérgico meneo, y a pintar.
Hemos lijado un poquito para que en algunas zonas se entrevea el acero y los restos de óxido más difíciles de quitar, pero que le dan mucho juego, al menos así lo vemos nosotras.
Y sólo nos queda decorarla. Nuestra buena amiga Rocío nos sorprendió con un sobrecito repleto de unas preciosas estampìtas de los años 80 con dibujos de Sarah Kay. Más de una se acordará de ellos, porque sus imágenes solían cubrir nuestras carpetas del colegio, junto con las consabidas fotos de Robert Redford o Paul Newman...
Pero en nuestro mallazo cabían más cosas, detalles vintage y románticos que, sujetos con pequeñas pinzas de madera, daban colorido y belleza al conjunto.
Y como va a ser nuestro portanotas del taller, ¡ahí que nos colocamos a nosotras también! Una instantánea de uno de los buenos momentos que hemos pasado gracias al blog y a las blogueras que nos siguen y seguimos.
Este es el resultado final, aunque no permanente, pues lo decoraremos según las necesidades y circunstancias.
Nuestro arquitecto favorito nunca se imaginó lo que iba a dar de sí el mallazo que vino de la obra....
Con esta cuadrícula nos vamos a ver a Marcela Cavaglieri, esperando descubrir novedades interesantes en su nuevo Finde Frugal.
Y con esta manualidad nos despedimos por unos días, ya que viviremos la Semana Santa de nuestra ciudad con la intensidad que requiere. ¡Nos vemos el lunes 17! ¡Feliz semana y felices vacaciones para los que disfrutéis de ella!