El objeto en cuestión es este bonito reloj de pared tamaño grande (70cm) a partir de uno de los laterales de una bobina de cable.
Todo comienza aquí...
Una simple madera sucia, redonda, la cual me encargaría de transformar y dar vida.
Primero de nada, era lisa. No, no, eso había que solucionarlo. Para ello le marqué unas lineas verticales que luego repasaría con un formón para darle el efecto de tener lamas.
Después le apliqué una mezcla de tintes para darle un efecto envejecido (las mezclas las hago por intuición, y según mi propia lógica para lograr lo que busco. Y probar, y probar hasta dar con el tono que tengo en mente). Quería un tono de madera que ha estado expuesta a las inclemencias del tiempo. Un tono agrisado...
Una vez seco me dediqué a mancharlo con un trapo en diferentes tonos. Primero con blanco, luego azul tirando a oscuro, para terminar con ese azul pero aclarado con blanco.
Le pinté en el centro un circulo en blanco, para destacar la zona de las agujas, además facilitaría la visión de las mismas. El mecanismo venía con una tapa que también pinté ya que era negra y no me gustaba el efecto.
Lo barnicé todo con barniz mezclado con un poco de Betún de Judea para darle un efecto antiguo.
Para los números, lo que hice fue adaptar unos que me gustaron en Internet a lo que yo quería e imprimirlos. Una vez los tuve los pegué con cola blanca con mucho cuidado para que quedaran bien pegados.
Le di cuatro manos de barniz, así los números quedarían bien protegidos.
Finalmente le coloqué el mecanismo bien pegado al reloj con cola de contacto.
Y así es como hice este bonito reloj, dispuesto a alegrar cualquier zona donde sea colocado, aportando amplitud, luz y color además de dar la hora puntual.
En mi opinión un gran resultado, con un efecto totalmente logrado.
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Hasta pronto.