En el siglo XIX en España comienza un periodo en el que se unen eclecticismo, utilidad y confort pero también elegancia para una burguesía con creciente personalidad que necesita un tipo de mueble adecuado en tamaño a los nuevos espacios de las viviendas.
Este tipo de escritorios también fueron denominados “Bonheur du jour” tipología exclusivamente femenina tanto en línea de diseño como en funcionalidad, siendo en el periodo Transición donde más piezas encontramos de este estilo.
Se trata de un mueble pequeño y ligero y delicado para guardar cartas de amor y objetos personales de escritorio. De proporción armoniosa consta de un cuerpo superior arriñonado en laterales y trasera con dos cajoncitos sobre un tapa corredera de piel y un cajón frontal. Las patas son altas y esbeltas y están adornadas con bronces de gran calidad estilo Luis XVI.
Haciendo un estudio previo del estado inicial vemos que como siempre, la peor parte la llevan las chapas, que con el uso diario saltan al abrir y cerrar cajones o en las zonas más sobresalientes del mueble.
Desmontamos y numeramos los herrajes de todo el mueble y procedemos a limpiarlos sin ningún producto abrasivo, solo sumergiéndolos en una solución ácida preparada en el taller y con la ayuda de un cepillo de dientes, nada más que pueda arañarlos.
Para poder acceder a la bandeja corredera, debemos desmontar los topes interiores que se encuentran bajo el cajón frontal. Una vez tenemos todo accesible hacemos una primera limpieza de la chapa.
Otro daño importante a destacar, también por el uso diario o un golpe, son las faltas de parte del cajón frontal. Reintegramos adecuadamente para terminar por entonar con acuarela a la chapa original.
Después de haber reintegrado las chapas con la misma chapa de nogal en donde sea posible, y con resina epoxídica donde no lo sea, y tras haber limpiado correctamente y entonado todas las piezas comenzamos a barnizar a muñequilla.
En la imagen del cuerpo superior izquierdo vemos que tenía un tinte anaranjado y al hacer la limpieza se observa la belleza de la veta original de nogal. En la imagen inferior vemos el estado inicial y final del lado superior derecho.
Lo mismo ocurre con la parte trasera. Aquí vemos el estado inicial, la chapa tras la limpieza y cómo gana tono al aplicar la gomalaca.
Lo que más llama la atención en los muebles chapeados tras la restauración es el cambio de color en las chapas cuando se retira la oxidación del barniz y la suciedad, que no la pátina porque nunca lijamos. En esta imagen se aprecia la esquina del cajón ya reconstruido y entonado.
Sin duda cobran luz.
En los laterales también se aprecia el cambio aunque esta parte es la que menos ha sufrido el uso diario. Aun así se aprecia el filete de boj que enmarca el plumeado a cuatro aguas con mucha más claridad.
Y finalmente tratamos la piel del tablero. Inicialmente tintamos el cuero pero quedaba algo irregular por lo que tuvimos que pigmentar más hasta igualar. Acabamos con nuestra cera de Verbena y Pomelo para hidratar al máximo la piel y evitar que se cuartee y se manche.
Esperamos que os haya gustado este post, como siempre agradecemos los comentarios que queráis hacernos, son siempre bienvenidos.
No puedo evitar comentaros una anécdota mientras realizábamos esta restauración que por cierto tiene cuatro manos, dos se llaman Saray Valera y las otras dos de la que os escribe estas historias, y es que nos divierte mucho imaginar que la piezas que entran están como en un Spa, pero es que realmente así les tratamos, con el mayor mimo y cariño, no merecen menos.
Nosotras nos vamos a nuestro Spa particular.. nos vemos después de vacaciones. Buen verano a todos!!!
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