Hola.
Hace más de veinte años y pasando casi por las mismas tesituras que hoy en día, me dio por reciclar tableros de aglomerado desahuciados por amigos montadores de cocinas, convirtiéndolos en arcones de dormitorio o pouff’s de salón, según tamaño y huecos ambos, buscando una opción de almacenaje.
Os traigo, pues, la restauración de un arcón con la veintena cumplida y que volvía a necesitar de las atenciones profesionales de un servidor ya que la goma se presentaba deteriorada al tacto y aunque la tela aprobaba revisión, gracias al cuidadoso trato recibido por parte de los cuñados, un cambio de aires en el dormitorio, antojaba cambio.
Ya en su día, supuso un reto tapizar esta pieza porque sólo contábamos con un retal sobrante de la galería del cortinaje. Recuerdo que conseguir llevar a buen puerto el puzle, me tuvo bastante entretenido, ahora, que había tela de sobra, Ana (la cuñada de la que ya os hable en su día), quiso prescindir de adornos decantándose por el acabado minimalista, sin vivos de por medio y sin volante, proyectando una línea visual más actual.
Una vez desatornillada la bisagra y desclavado por entero, aseguro la tornillería que sujeta los cinco tableros tapizados con la tela interior que, por cierto, no hizo falta restaurar ya que presentaba una salud encomiable (es lo que tiene haber usado en su día material de cierta calidad), dejándolo listo para el engomado de 1.5 para el cuerpo y de 5 cm. D/25 para la tapa/asiento, a esta última, un manto de guata de cien le propinará ese tacto que sólo la guata sabe dar.
El método que empleo, en este caso, es el clavado a la inglesa y engomado para acabar volviendo la tela. Para la tapa enfundo con cuatro costuras simples y fondeo aprovechando la tela anterior (al igual que el resto del interior) y abisagro de nuevo.
Para muestra y para que veáis que no miento, dejo las imágenes que corroboran lo que os cuento:
Bueno… ahora sólo queda esperar que aguante otra veintena de años o, a poder ser, unos pocos más para que me pille de “jubilauta” ;)
Un saludo.