El prestigioso carpintero alemán Otto Maier asegura que, no cabe imaginar ningún mueble que carezca de uniones en ángulo. Esto significa que, aun para fabricar el elemento más sencillo, forzosamente necesitaremos ensamblar varias piezas de madera. El proceso tiene dos partes: corte de las tablas, y montaje permanente.
La forma tradicional de realizar las uniones es mediante un adhesivo específico para madera, el acetato de polivinilo, conocido popularmente como cola de carpintero o cola blanca. El encolado ajusta las piezas en toda la superficie de contacto, por ello es un procedimiento más firme y duradero que los clavos y tornillos.
Condiciones necesarias
Todo son ventajas en este producto: es barato, no tiene toxicidad, dura muchos meses sin alterarse, y la zona de unión ofrece más solidez que la propia madera. Las superficies a encolar han de estar secas. Si presentaran humedad, debemos dejarlas secar, en caso contrario la cola no fraguará, y las piezas no quedarán unidas.
Es igual de importante que ambas superficies estén perfectamente limpias, sin restos de virutas, serrín o polvo siquiera. Por ello, después del lijado y antes de encolar debemos siempre cepillar o frotar con un paño las superficies, hasta eliminar toda partícula. Las zonas a unir deben quedar limpias, secas y lisas antes del encolado.
Unión lenta pero segura
Conviene presentar las piezas, es decir, realizar un montaje sin aplicar cola para comprobar los ajustes. Si las superficies son muy absorbentes, encolaremos ambas partes. Seguidamente haremos la unión, y aplicaremos presión con pinzas o mordazas, según el tamaño de las piezas. Pasadas 24 horas, la unión se habrá consolidado.
Hay varias clases de colas. Las más conocidas son las blancas y las alifáticas, de solidez aún mayor. Algunos artesanos como los fabricantes de violines y guitarras siguen empleando las colas animales de siempre, por sus especiales características. Finalmente, las novedosas colas de contacto se emplean para plásticos y otros materiales.