La soldadura es un método que se usa de forma doméstica para reparar tuberías rotas y otros arreglos sencillos, aunque requiere un alto grado de profesionalidad. Existen diversos tipos de soldadura, algunos de ellos excesivamente complicados, que requieren de muchos años de práctica para conseguir buenos resultados. Básicamente podemos dividir en dos grandes tipologías de soldadura: la blanda y la dura. En el presente reportaje vamos a diseccionar todos los secretos de la soldadura blanda, que es la más sencilla y fácil de ejecutar.
Elementos imprescindibles
Normalmente, a la hora de soldar algún elemento se utilizan, o bien soldadores eléctricos, o bien con soplete con cartucho o botella de gas. La potencia del soldador no deberá ser mayor de 40 vatios para evitar que los materiales se deterioren y tampoco deberá ser inferior a 20 vatios. El soplete con cartucho o con botellas de gas es muy cómodo también: cartucho y soplete forman un todo.
La soldadura blanda
Este tipo de soldadura consiste en unir dos fragmentos de metal, que suele ser con asiduidad de cobre, hierro o latón, por medio de un metal de aportación (normalmente estaño) para conseguir una continuidad eléctrica entre los dos trozos a unir.
La unión de ambos metales debe ofrecer la menor resistencia posible al paso de la corriente eléctrica. Se deben cumplir algunos requisitos para que la unión se lleve a cabo con éxito. La calidad del estaño deberá tener las proporciones adecuadas: 60% de estaño y 40% de plomo. El motivo de que se elija esta aleación se debe a que ninguno de estos dos metales por separado funde a una temperatura superior a los 300 ºC, mientras que en la aleación que compone el estaño funde a 232 ºC.
La limpieza también juega un papel fundamental a la hora de soldar. Para realizar una buena soldadura, ambos trozos deben estar limpios de grasa, óxido, etc.
Existen distintos métodos para limpiar las partes a soldar, pero lo más sencillo es utilizar estaño en carretes. Éste viene presentado en forma de hilo enrollado y tiene en su interior uno o varios hilos de resina. El papel de la resina es simple: al fundirse, desoxidará y desengrasará los metales a soldar.
Características de una soldadura blanda bien realizada
Como ya hemos mencionado, llegar a ser un buen soldador es cuestión de experiencia. Aún así, hay algunos trucos que podemos seguir para saber si el resultado obtenido es el esperado.
En primer lugar, debemos comprobar que el soldador está a la temperatura correcta acercando el hilo de estaño a la punta. Si el estaño se funde con facilidad, es que todo está dispuesto. A continuación, preparamos los elementos o piezas que se quieren soldar calentando la unión de las dos piezas manteniendo el soplete durante unos segundos. Tras esto, acercamos el hilo de estaño a la zona de contacto del soldador y comprobamos que se funde y se reparte de manera uniforme por las zonas caldeadas.
Una vez conseguimos el suficiente estaño aportado, lo retiramos manteniendo el soldador durante unos segundos. Después, lo quitamos, teniendo cuidado de no separar las dos piezas recién soldadas. Las mantenemos hasta que se enfríe y se solidifique. No se debe soplar, ya que, si la soldadura se enfría de manera prematura, será defectuosa. Al final, ésta ha de ser cóncava, sin poros y brillante. Cuando no se dé alguna de estas condiciones, retiraremos el estaño e iniciaremos el proceso.
Siguiendo estos pasos y con paciencia, conseguiremos que la soldadura de las dos piezas que deseamos unir sea perfecta.