Las maquetas suponen una actividad muy estimulante para el ingenio, ya que podemos convertir innumerables objetos y materiales comunes del hogar en piezas que se incorporan exitosamente al panorama, tal como la celosía para la ventana del Belén . La reducción de escala y un meticuloso camuflaje con pintura hacen que un vasito de yogur se transforme en un molino de viento, asomando en lontananza.
El Belén es una verdadera fiesta para esas pequeñas ocurrencias, esos detalles ingeniosos que resuelven cualquier necesidad constructiva con plena eficacia. Vamos a examinar en detalle un elemento de las fachadas que aporta mucho sabor al conjunto, las ventanas de celosía. ?Cómo podremos fabricar un enrejado de manera sencilla, barata y convincente?
El material que vamos a convertir en una sugestiva celosía oriental es el cañamazo que se utiliza como base para bordar alfombras. Podemos adquirirlo por metros en cualquier mercería.
Con la sierra de marquetería, recortamos un primer bastidor del lateral de una caja de fruta. El segundo batidor lo haremos con madera de balsa.
El tablero de la caja de fruta, aunque es contrachapado de la variedad más fina, se convierte en un sólido marco cuando lo reducimos a ese tamaño. Tiene la función de dar resistencia al conjunto, para que no surjan alabeos ni otros posibles percances por la reacción del cañamazo ante el adhesivo. Obtenida ya la necesaria robustez, cortaremos el segundo marco en la dócil madera de balsa, tarea mucho más cómoda y sencilla que efectuamos con un cúter casero.
Ya hemos confeccionado todos los materiales necesarios para nuestra celosía. Los presentamos para comprobar el efecto final.
Y ahora basta montar todo el conjunto como un sandwich, utilizando cola de carpintero. Tensaremos bien los dos cañamazos para que parezca un firme enrejado.
Una sencilla prensa compuesta de dos tablas garantiza que nuestra ventana, una vez seca la cola, quede perfectamente plana, y podamos ajustarla bien en la pared interior de la casita, produciendo el efecto deseado. Además, la presión de las mordazas hará que las fibras del cañamazo se hundan en el blando bastidor de madera de balsa, obteniendo así un elemento mucho más resistente.
Y aquí tenemos la simpática aportación decorativa, prestando ya servicios en la casita asignada. Hemos dado una mano de pintura dorada al tejido, y lo instalamos en un minuto aplicando en el bastidor unas gotas de silicona caliente. Observad que hemos dejado por la parte exterior el cañamazo montado en diagonal, para que se aprecie mejor la singularidad del elemento.