Llega septiembre y, con él, no sólo retomamos el trabajo, también la tranquilidad de nuestro hogar. Con el otoño a la vuelta de la esquina, pronto se reducirán las horas de sol y llegarán las bajas temperaturas. Para estar convenientemente preparados, nada mejor que poner a punto nuestra calefacción de gas. Hacerlo no es sólo recomendable, sino que en España es obligatorio revisar las instalaciones para garantizar la máxima seguridad. ?Qué mejor época que ésta para cerciorarnos de que disfrutaremos de todo el calor del hogar? Si quieres saber qué es lo que tienes que hacer, toma buena nota.
Las viviendas disponen de cuatro tipos de gas para hacer funcionar la calefacción, los fuegos de la cocina y el agua caliente: gas natural, gas ciudad, propano y butano. Los más utilizados son el natural y el butano y se diferencian, aparte de en su composición química, en que el primero se suministra a través de canalizaciones y el segundo mediante bombonas (a granel) que hay que ir reponiendo periódicamente.
Gas natural y gas ciudad
Sin duda, el gas natural, por la comodidad que supone para el usuario, se está imponiendo al resto. Se trata de una mezcla de gases que se extrae de yacimientos fósiles normalmente acompañados de petróleo o incluso de carbón. Antes de comercializarlo, pasa por un proceso industrial que elimina elementos que no tienen capacidad energética (como el dióxido de carbono) y otros que suponen un peligro en la combustión como el butano, el propano y el vapor de agua.
Esta fuente de energía se suministra por canalizaciones subterráneas que llegan a la mayoría de los hogares. Muchas personas confunden el gas natural con el gas ciudad, pero son diferentes: el segundo, considerado artificial, se elabora a partir de derivados del petróleo y su rendimiento energético es menor. Esta circunstancia y su mayor precio le han hecho pasar a un segundo plano en favor del gas natural.
Inspección y revisión
Cualquiera que sea nuestro sistema de calefacción por gas, éste requiere una puesta a punto periódica que garantice la seguridad y buen funcionamiento de las instalaciones. Todo gas que se suministre por canalizaciones (ya sea natural, ciudad, propano o butano -éste último no sólo se comercializa a granel, también por canalización-) necesita un proceso de inspección y revisión cada cuatro años.
La inspección es deber de la empresa suministradora y, como tal, es gratuita. Mediante correo postal y con una nota en el edificio, la compañía notifica el día en que los operarios acudirán a ver las instalaciones. Éstos deben identificarse con un carné acreditado por cada Comunidad Autónoma y la empresa suministradora. Si no nos fiamos, siempre podemos llamar a la compañía y que nos aseguren de que estamos ante el inspector que nos han enviado.
Por su parte, el dueño de la casa está obligado a hacer una revisión también cada cuatro años, que no es gratis. Este proceso puede llevarlo a cabo tanto el inspector de la compañía de gas, y hacer la revisión e inspección a la vez, como cualquier otro instalador autorizado. Una vez terminado el proceso, y corregidos los defectos, si los hubiera, el instalador nos proporcionará unos certificados que son garantía de la buena salud de nuestras instalaciones.
En el caso del gas butano a granel (el que se vende en bombonas), no es obligatorio que la compañía haga la inspección correspondiente. Ésta corre a cargo del propietario o arrendatario de la casa, que ha de revisar sus instalaciones cada cinco años a través de una empresa instaladora autorizada. Aunque puedes poner a punto tu sistema de calefacción y gas cada vez que lo creas necesario, lo más frecuente es que la compañía suministradora te lo recuerde con una carta cuando se vaya a pasar el plazo de la última revisión.
Mantenimiento básico
Por su parte, también conviene echar un vistazo a las gomas, sobre todo las de las bombonas de butano. Éstas tienen fecha de caducidad, así que es necesario poner unas nuevas tanto si la fecha ha expirado como si detectamos desperfectos. Otra de las reglas de mantenimiento básicas es cuidar bien de los tubos de la calefacción: usarlos como soportes, colgadores o perchas sólo servirá para acelerar el deterioro.
Por último, antes de encender los radiadores, conviene purgarlos, es decir, eliminar el aire que se haya podido quedar dentro. Para ello, no tenemos más que poner un recipiente en el suelo y abrir la válvula con una llave: dejaremos caer el agua de su interior hasta que el chorro sea uniforme, síntoma inequívoco de que ya no tiene aire dentro. Ahora sólo queda poner en marcha el gas, encender los radiadores y disfrutar del calor de nuestro hogar.