Nuestro lector Ringin, componente de un grupo de rock, ha trabajado en la restauración de una batería, esta vez una Pearl del año 1968, que estaba como el arpa de Bécquer abandonada en un local de ensayo. Tras una paciente sesión de cuidados intensivos en la madera y los herrajes, Ringin le ha devuelto su clásico e inconfundible color caramelo, similar al de los violines de Cremona. Y, por supuesto, su maravilloso sonido.
La marca Pearl produce desde 1946 baterías y otros instrumentos de percusión. Su proceso de fabricación fue tan exigente desde el comienzo, que pronto se convirtió en una de las preferidas por los artistas. Caoba africana, arce y abedul americano son las maderas escogidas por los artesanos de Pearl, debido a su inmejorable respuesta dinámica.
Ringin declara sentir una enorme satisfacción personal por su trabajo, que valió mucho la pena, asegura. "Por cierto, después de la restauración la batería suena genial, y ese sí era el verdadero reto". Veamos en detalle la magnífica recuperación de nuestro amigo.
El estado inicial de la batería, tal como llegó a manos de Ringin. Como era frecuente, la madera de los tambores venía recubierta de vinilo. Los herrajes y el mecanismo del pedal tenían una costra de polvo y grasa solidificada.
El experto batería Ringin había restaurado ya una batería Gretsch más antigua, del año 1953, de modo que esta vez trabajó con mucha seguridad. El primer paso fue desmontar pieza a pieza toda la batería, para tratar por separado la madera y los herrajes. Ringin no olvidó en esta fase clasificar las piezas de cada elemento, para no mezclarlas a la hora del montaje final.
La restauración básicamente ha consistido en quitar las capas de vinilo, y volver a forrar los cascos en chapa, traída de Francia porque en España no se encuentran medidas superiores a 25 cm.
Después de teñir los cilindros en el tono deseado, Ringin aplicó seis capas alternas de lijado y barniz a muñequilla. Nuestro sensato amigo prefirió no lacar los tambores, juzgando que no tenía el dominio requerido para esta exigente labor artesanal.
El pedal fue desmontado minuciosamente, para recibir una limpieza en profundidad. Ringin limpió todos los herrajes ("cada tornillo, arandela y tuerca") con limpiametales no abrasivo. Una vez secos, los frotó con lana de acero, y finalmente los lustró con una gamuza.
En los instrumentos musicales de las mejores marcas, la calidad de fabricación se mantiene hasta en la arandela más diminuta. Y una cuidadosa limpieza les devolverá todo el esplendor original.
Y aquí podemos deleitarnos con el magnífico logro del artista. "No se ha llevado a cromar ninguna pieza metálica", explica Ringin: el brillo que vemos es lo más parecido al que tenía en 1968, la época dorada del pop.
¡Ovación de gala con redoble de tambor por el excepcional trabajo!