Es la situación que abordaremos en este trabajo. Hemos buscado un cuadro nuevo para reemplazar el de la chimenea, y el elegido tiene otras dimensiones: colgado de la alcayata anterior, queda completamente fuera de sitio. Y no queremos practicar nuevos taladros en el tabique de la chimenea, de anatomía incierta. Veamos la solución.
El punto de partida. Mientras encontrábamos el cuadro digno de presidir el salón, colgamos en la chimenea ese antiguo delantal de labor, confeccionado en el siglo XIX. Ahora por fin hemos dado con la pieza ideal, y llega la hora del ansiado relevo.
El cuadro sustituto también es de proporciones generosas. Sin embargo, la altura es menor: si lo ponemos en la misma alcayata, quedará demasiado elevado y muy descentrado. Necesitamos bajarlo, pero sin poner otra fijación: no queremos hacer nuevos agujeros en el tabique de la chimenea. De modo que recurriremos a un sencillo truco. Tras un examen, comprobamos que la alcayata es bastante sólida y está bien afianzada en el tabique.
El truco es tan simple como colgar el cuadro en la misma fijación pero con una cuerda, de esa forma podremos dejarlo a la altura conveniente. Así ganamos además un aire retro, muy adecuado al carácter de la pintura y el estilo del marco. Por razones decorativas, en vez de una cuerda optamos por un elegante cordón, lleno de lujo y empaque. Ponemos en los laterales del marco sendos cáncamos, robustos y de buenas proporciones.
El cordón procede de un alzapaños que se rompió, y estaba en un cajón esperando nuevos cometidos. La rotura fue causada por el roce continuo con el filo de un adorno, y, salvo en esa parte, el resto del cordón está en perfecto estado. Lo presentamos sobre el dorso del cuadro para ajustar las medidas de los nudos.
El nudo llano es muy seguro, ya que no se desliza con la tracción. Lo ponemos desde fuera hacia dentro, para que el extremo del cordón no asome.
Una vez apretados, los nudos quedan firmes y hacen tope en los cáncamos. De esta manera tan sencilla obtenemos la colgadura para nuestro cuadro.
Verificamos que la posición de los nudos deja al cordón la apariencia deseada. Hemos cortado la borla del alzapaños para usarla como remate decorativo.
El nivel de burbuja, utensilio imprescindible para colgar cuadros, aparece al final de la tarea, ya que con una sola fijación es bien sencillo nivelar el marco. Normalmente, es decir, con baldas, cuadros, espejos o alacenas sujetos por dos fijaciones, colocamos la primera alcayata, presentamos el mueble, ponemos encima el nivel, y entonces marcamos el lugar exacto de la segunda fijación.
Ahora podemos constatar la funcional misión de la borla: sin ella el enganche quedaría muy desangelado. Y con una rápida y sencilla actuación, en pocos minutos hemos renovado el lugar de la chimenea, poniendo un cuadro completamente distinto y aprovechando el soporte del anterior.