Lo desmontamos completamente...,
..., y le dimos dos manos de pintura muy a la ligera; en algunas zonas ni siquiera llegamos a pintarlo y, en otras, con un paño algo humedecido, quitamos por donde nos pareció. No lo hicimos con lija porque, al ser el marco de resina, nos daba miedo levantar el dorado original que queríamos dejar entrever.
Este es el efecto que queríamos conseguir.
En alguna ocasión os hemos comentado que el quiosquero vecino de una de nuestras casas, cada vez que vamos a comprarle alguna revistilla, nos obsequia con flores de un seto inmenso que tiene al lado, ...
..., pero ellas no son las protagonistas de hoy, sino nuestro pequeño espejo tocador redecorado y, por fin, colgado como debe ser.
Y es que, aunque es pequeñito, nos resulta indispensable para mirarnos por detrás con él, enfrentándolo al espejo grande del lavabo... ¿No hacéis vosotras lo mismo para veros el peinado, si se nota demasiado la ropa interior con ese pantalón o se nos marcan mucho las "mollitas" de la espalda con esa camiseta...? En fin, ¡como la vida misma!
Con este ligero post nos despedimos por hoy, no sin antes desearos un
¡FELIZ FIN DE SEMANA!