Estrenar es genial, pero dar vida a algo a punto de perderla creo que enriquece y siempre luce. Los muebles son un claro ejemplo.
Los muebles de los abuelos, de madera, que han visto pasar tanto por sus cajones y puertas, tienen mucho que aportarnos y fácilmente podemos integrarlos en nuestra decoración.
Lo que os enseño hoy es un proyecto muy sencillo, no tengo conocimientos de restauración de muebles ni mucho menos, simplemente, como regalo de Navidad he lavado la cara a unas mesillas que ya no eran el ojito derecho de sus dueños y que ahora ya están viendo un mundo de posibilidades en la decoración de su habitación.
Y para muestra un botón. El antes y el después.
Ya os decía en Instagram, que había comenzado el año con un “nuevo amor” y no es para menos porque hemos estado muy unidos estas Navidades y hemos hecho migas. Su nombre es Blanco Antiguo y es una chalk paint de la marca Autentíco.
Las mesillas tenían la estructura bien, los cajones estaban también en buen estado, los tiradores me encantan, al igual que a forma que tienen en la base. Y sólo les afeaba unas marcas de escritura en la parte superior y arañazos.
Lo primero que hice fue retirar los tiradores y limpiarlos con vinagre y un cepillo. Después tocó limpiar y lijar suavemente los cajones y el cuerpo.
La parte que hace de mesa quería teñirla para conseguir un color más apagado, éste no me terminaba de cuadrar con el blanco, así que lijé con ganas y ayuda hasta quedar la madera virgen. Después teñí con un poco de nogalina diluida en agua.
Y para darle vidilla, tres capas de pintura. Por último, enceré con cera para muebles todo el exterior. Con la cera veréis que coge un tono precioso y queda protegido. Si queréis un truquillo, para aplicar la cera sobre el blanco me han venido muy bien unas toallitas atrapapolvo que se venden para poner en una especie de cepillo para la casa.
¿Os gusta?
Si queréis ver otro ejemplo de mueble recuperado, pinchad aquí.