Karol, nos encontraste, nos invitaste a ver tu vida de abandono y a pesar de ello nos lo mostraste con tu sonrisa y tu alegría.
No podíamos dejarte allí y pasaste a formar parte de nuestra familia, compañera inseparable de Argi , llenaste nuestra vida con tu dulzura.
Argi se fué y te quedaste sola con nosotros, queriamos darte un lugar donde pudieras liberar tu alma , correr y expandir tu energía, una cabaña en el monte era el lugar ideal , así nació Karolenea , un refugio en el monte que destinaríamos a este fín .
Desafortunadamente , no llegaste a verlo terminado, la enfermedad te arrancó de nuestros brazos, pero sabemos que estas allí , corriendo por la pradera, paseando por el monte.
Cuando estamos allí y la brisa acaricia nuestra cara, sabemos que eres tú dándonos la bienvenida y aunque no te vemos con nuestros ojos , sí que lo hacemos con el corazón.
Para K. y C.