Construir violines y violoncelos requiere una precisión de relojería en el montaje de las casi setenta piezas que lleva cada instrumento. Después de varios siglos el oficio ha pasado a ser un arte inigualable, y, desde la selección de las maderas hasta el último barnizado, todo el proceso se efectúa mediante las técnicas más depuradas. Los luthiers son herederos de una ciencia constructiva perfecta, que a todos nos apasiona.
Johann Song nació en Hong Kong, y estudió el oficio en el conservatorio de música obteniendo así un título académico estatal, ya que allí la enseñanza de la luthería está reglada oficialmente. Esto es algo de lo que carecen los guitarreros en España, aunque su instrumento sea conocido en todo el mundo como guitarra española.
Tras acabar sus estudios, Song tenía claro que su meta era Viena, "sencillamente porque es el corazón del mundo musical", afirma. Sin duda estamos ante un profesional eminente, dada la fantástica tienda que ha montado en una calle principal de la ciudad. El taller anexo en el mismo local, donde ahora vemos trabajando al luthier, es el paraíso de cualquier aficionado a los trabajos con madera.
El friso de madera recorre toda la pared, y el luthier lo instaló cuando montó el establecimiento para que sirviera de eficaz panel de herramientas. Debajo hay un banco de trabajo escandinavo.
El maestro Song construye pocos violines al año, los encargos más frecuentes que recibe son de limpieza y restauración. El sonido de los instrumentos de cuerda mejora con el tiempo, por ello la meta de los buenos intérpretes es adquirir un instrumento antiguo, a menudo con más de un siglo. Estas maravillas deben limpiarse y ajustarse por dentro cada pocos años, de modo que un buen violinista siempre tiene a su luthier de cabecera.
Muchos solistas prestigiosos confían sus instrumentos a Johann Song cuando pasan por Viena, lo que nos confirma que estamos ante un artesano eminente a pesar de su relativa juventud. Posiblemente estos violines acumulan un brillante historial de grabaciones y conciertos en salas de muchos países.
En esta otra zona del panel de herramientas vemos unos utensilios que han conquistado un rol protagonista en los talleres de todo el mundo: las sierras japonesas. La exactitud de su corte y la limpidez de las superficies las convierten en aliadas inseparables de cualquier profesional de la madera, y especialmente de los luthieres.
La herramienta en forma de L que vemos sobre las sierras es una especie de azuela, y se utiliza para desbastar los troncos de madera, el paso inicial en algunos trabajos. Su corte es sumamente exacto, afirma el maestro.
El instrumento musical es un antiguo sitar indio, restaurado por Song. Según nos explicó, se toca apoyándolo en horizontal y pellizcando las cuerdas con los dedos.
En este detalle apreciamos la delicadeza y exactitud en el montaje de un arco de violín, a cargo de la ayudante del luthier. El trabajo con los arcos es muy específico, y tiene características diferentes a la construcción del violín o el cello. "Me atrae mucho", afirma Johann Song.
El soporte de madera permite afianzar cómodamente el arco para realizar ajustes en los extremos, donde van encajadas las hebras.
La ayudante de Song desenreda las hebras antes de montarlas en el arco. Tradicionalmente se usaban crines de cola de caballo; en la actualidad hay productos artificiales más baratos con prestaciones satisfactorias.
Como es habitual, el taller dispone de un almacenaje donde las tablas reposan durante los preceptivos 10 años de secado. Por muy respetable que sea el proveedor de madera, los luthieres se aseguran de la calidad óptima preservando las tablas en su taller durante el plazo completo de secado.
Las piezas de madera llevan escrito su año de entrada en el taller; nos enseñaron algunas de 1997 que sin duda ya merecen el título de gran reserva. Las variedades más comunes que se utilizan para hacer los instrumentos de cuerda son abeto, arce, ébano y palo del Brasil.
Aquí vemos la tapa armónica de un espléndido violoncello en curso de restauración, que tiene unos 250 años y pertenece al maestro. Esas pestañas de madera, cuidadosamente modeladas y encoladas, son la manera ortodoxa de 'suturar' las grietas.
La cortina que vemos en la parte superior de la imagen tiene un origen divertido: en Europa, muchos talleres de luthería presentan escaparate a la calle, de tal modo que la gente que pasa puede contemplar el trabajo del artista. Y nuestro amigo Song siguió la costumbre. Pero, como ya hemos dicho, su establecimiento reside en una elegante avenida muy concurrida, y los transeúntes se agolpaban con la nariz en el cristal, embobados ante el espléndido taller y la belleza de los instrumentos. "No podía trabajar así, de modo que puse unas cortinas", dice Song entre risas.
En esta imagen conocemos la forma correcta de manejar el cepillo chino, amablemente explicada por el luthier. Es una herramienta muy peculiar, que por su 'manillar' se diferencia tanto de los cepillos occidentales como de los japoneses. La madera se cepilla empujando, y los dedos índices deben colocarse tal como vemos, presionando por delante de la cuchilla.
Por su comodidad y exactitud, es el tipo de cepillo que prefiere el maestro Johann Song.
Desde que nació el mito de los violines Stradivarius, ha surgido un halo casi esotérico alrededor de los secretos de los luthiers para conseguir el sonido maravilloso. Y, bromeando, Johann Song nos abre el armarito de sus "pócimas milagrosas". Aquí guarda muchos de los productos que utiliza en su trabajo: cola animal, goma laca en finas escamas, colofonia, todo tipo de barnices selectos...
Bromas aparte, esta alacena simboliza la calidad, el orden y la armonía que reinan en el gabinete del maestro.
Como vemos, los cepillos en miniatura chinos llevan también un cómodo 'manillar', igual que los grandes. Estas herramientas son indispensables en la mesa de luthier, y se utilizan para trabajar minuciosamente el interior de la tapa armónica y otras piezas de los instrumentos de cuerda. Vienen a ser el equivalente de las lijas de grano fino.
Recordaremos que el mini cepillo de luthier fue uno de los regalos cedidos por Comercial Pazos en un reciente concurso de nuestro canal de Bricolaje.
En Europa hay una tradición navideña consistente en realizar un panel con 24 ventanitas, que se van abriendo cada día una por una, descubriendo un regalito o una frase cordial, hasta que llega la gran fiesta de Nochebuena.
Estos adornos suelen realizarse en papel o cartón. La ayudante del maestro nos enseña el cautivador ejemplo en la familia de un luthier: las ventanitas tienen forma de violín y son de madera de arce.
Viena tiene inviernos fríos, y hemos podido ver que la estufa de leña es un elemento esencial en los talleres. Cuando Johann Song adquirió su local, comprobó que el suelo de madera, en un bonito color amarillo, ofrecía buen aislamiento térmico y no necesitaba la clásica estufa, bastando con la calefacción central
¡Qué envidiable nos parece el oficio de luthier viendo este precioso rincón!
Estas imágenes exhiben la perfecta simetría y la milimetrada exactitud en la realización de muchas piezas, y también del instrumento en sí.
El Geigenbaumeister Johann Song en su tienda, ante las vitrinas que guardan sus maravillosos instrumentos. Ha sido un verdadero placer y un privilegio conocer su lugar de trabajo y recoger sus enseñanzas. ¡Sin duda gracias a ellas nacerán muchas vocaciones entre los lectores!