Las pinturas ecológicas es la mejor opción si queremos dar un cambio de look a nuestro hogar. Por ende, si has decidido cambiar de aspecto tu hogar, o dar algunos retoques de color a ciertas estancias o muebles, has de saber que existe una alternativa medioambiental a las pinturas tradicionales y que no siempre las que nos venden como ecológicas lo son plenamente. Si dejamos a un lado los disolventes y derivados del petróleo, encontramos un amplio catálogo de materias primas renovables que nos permiten decorar nuestro hogar con la misma eficiencia que los pigmentos químicos. Las plantas y los minerales tienen el secreto de unas pinturas mucho más 'limpias' que resultan igualmente efectivas para las tareas del hogar.
Y es que para poder calificarlas de 'ecológicas', "deben provenir de materias primas renovables, no contaminar el medio ambiente en el proceso de fabricación ni en el de aplicación y deshecho", según nos explica Cristina Rueda, representante de pinturas Keim y Livos. "Cualquier producto que esté fabricado con petróleo no es ecológico por definición".
En la mayoría de los casos, las marcas obtienen un certificado de calidad medioambiental por rebajar la toxicidad de sus productos. Ése certificado les anima a venderlos como "ecológicos", a pesar de que "el problema sólo se reduce en un 3 ó 4%, cuando podría evitarse completamente, al 100%. La normativa es totalmente permisiva debido a los intereses económicos de estas grandes empresas", denuncia Rueda. Lo más frecuente es sustituir parte del disolvente por agua, pero en una proporción aún insuficiente.
La alternativa vegetal
Resina, manzanilla, ruibarbo, morera, látex, índigo, abedul, lino, aceites, ceras... Todos ellos son materiales que se utilizan para elaborar pinturas naturales al 100%. Proceden de las plantas (fibras, flores, hojas, raíces, corteza...) y, combinados con otros elementos también biodegradables y no tóxicos, como el agua, la tierra o el talco, ofrecen un producto con solvencia similar al de las pinturas convencionales.
Tan natural como que las hojas verdes se vuelven rojas, las pinturas elaboradas con plantas son el resultado de la aplicación de la química vegetal a esta industria. El ejemplo de las hojas es solamente uno entre millones. Muchas de las materias primas que se utilizan proceden generalmente de cultivos ecológicos o procesos de reciclaje. Algunas de estas sustancias se cultivan o producen en las cercanías de la fábrica reduciendo así el gasto energético del transporte. Más de 30 años de producción y diversos reconocimientos industriales y medioambientales avalan la calidad de estas pinturas.
El color procedente de la tierra
La otra opción es recurrir a pigmentos inorgánicos de base mineral. Para poder aglutinar los distintos componentes utilizados se recurre, en este caso, a silicato potásico líquido y sol de sílice. No se trata de ninguna innovadora fórmula revolucionaria: el sistema se conoce desde finales del siglo XIX, época en la que se patentó y comenzó a popularizarse en Centroeuropa.
La calidad, luminosidad, duración y efecto protector de las pinturas hacen que todavía podamos admirar fachadas con pinturas originales del siglo XIX. Por ejemplo, en Suiza el Mesón "Weiser Adler" en Stein am Rhein o el Ayuntamiento de Schwyz (1891), en Noruega en Oslo (1895) o Traunstein en Alemania (1891).
En la Edad Media ya se conocía el aglomerante de las pinturas minerales con el nombre de "Liquor Silicium". Johann Wolfgang von Goethe realizó numerosos ensayos con el silicato potásico líquido e hizo concebir grandes esperanzas. Fue el rey Luis I de Baviera quien dio el primer impulso y fomentó los trabajos intensivos de investigación de Adolf Wilheilm Keim.
Los trabajos y la experimentación se fueron sucediendo hasta dar en 2002 con una tercera generación de pinturas que, gracias a la combinación de dos ligantes minerales -el silicato potásico líquido y el sol de sílice- , permite su aplicación sobre soportes minerales, orgánicos y mixtos, abriendo nuevas posibilidades para las pinturas minerales.
Asimismo, las pinturas minerales siguen las normas procedentes de la bioconstrucción. Se fabrican a partir de materias primas minerales, abundantes en la naturaleza, y no contienen disolventes orgánicos. No contaminan, ni en su producción, ni en su aplicación, dando como resultado pigmentos 100% ecológicos.