A la hora de mejorar el aspecto de una puerta algo deteriorada, la solución más acertada es darle unas cuantas capas de pintura. Para realizar esta operación lo más indicado es el uso de la brocha, con la que es posible conseguir unos resultados perfectos.
La pintura puede arreglar los deterioros y las manchas que tenga la puerta, pero no ocurrirá así con las irregularidades de la superficie. Por el contrario éstas se notarán más si se pinta sobre ellas. Los desperfectos deben rellenarse todos por completo, incluso si tan sólo se trata de desconchones.
Se puede sustituir mezclando cola de madera y aquaplast hasta obtener un producto de la consistencia de una pasta. Aplícalo sobre las superficies grandes con una espátula; sobre las molduras y recovecos utiliza también esta herramienta, pero más pequeña. Las de pintor resultan perfectas para esta operación.
1. Una vez seco el aparejo, lija los parches con una lijadora orbital o un taco de lijar. En los rincones de difícil acceso, usa un taco pequeño y estrecho o simplemente papel de lijar.
2. Lija también todas las irregularidades que tengan las viejas capas de pintura. En el caso de que se encuentren en muy mal estado, tendrás que decaparlas.
3. Elige para las puertas una pintura resistente del tipo esmalte o laca. Las pinturas al agua son más cómodas de usar pero se deterioran más fácilmente. Una vez preparado el material, toma la precaución de proteger el suelo con papeles. Si vas a pintar las molduras de un color diferente al resto de la puerta, utiliza una brocha redonda de las acabadas en puntas.
4. Un método para no salirse de los límites de la moldura es apoyando en el borde un trozo de cartón con una tabla pequeña de contrachapado fino afilado por un lado. Límpialos o sustitúyelos a menudo para que la pintura que se acumula en ellos no ensucie el trabajo. Este sistema también te servirá cuando pintes el borde del marco de la puerta que está junto a la pared.
5. Los montantes, largueros y superficies amplias y lisas, píntalos con una brocha plana, bastante ancha para estas últimas zonas. Extiende muy bien la pintura; aplica capas finas bien estiradas y a brochazos cruzados (primero verticales y luego horizontales, o viceversa). Las capas delgadas son más regulares, no producen goterones y agarran mejor que las gruesas. Si la pintura está muy densa, añádele un poco de disolvente, que conviene que no sea muy volátil -del tipo aguarrás- para que le dé tiempo a cruzar los brochazos antes de que se sequen.
6. Finaliza los bordes y remates delicados con una brocha redonda. No pintes cerca de la otra pintura en el caso de que aún esté fresca.