El hormigón ha sido denominado la roca del siglo XX. Se prepara mezclando un conglomerante, normalmente cemento, con arena y grava. Al añadir agua, se desarrollan complejas reacciones químicas que desembocan en el fraguado de la mezcla, obteniéndose al final del proceso un material de consistencia pétrea, enormemente capaz de resistir esfuerzos de compresión.
Una característica singular diferencia al hormigón de los otros materiales constructivos: llega a la obra como materia prima, en bruto, apto para ser moldeado en cualquier forma que necesitemos. En nuestras labores de albañilería emplearemos el hormigón para realizar soleras, levantar paredes, reparar suelos de terrazas, sótanos y escaleras, ejecutar vasos de piscinas y para hacer encofrados.
Las proporciones de los ingredientes
Las mezclas de hormigón se definen por la relación entre los volúmenes de cemento, arena y grava. Así, el hormigón 1:2:3 tiene una parte en volumen de cemento, dos de arena y tres de grava. Según la aplicación que le destinemos, modificaremos esas proporciones para cambiar las cualidades de resistencia y duración. La cantidad de agua que se añade varía según los diferentes usos, y debemos ante todo seguir las instrucciones del fabricante, estipuladas tras exhaustivos controles de calidad.En general, para obtener hormigón de alta resistencia añadiremos poco volumen de agua, suficiente para humedecer la mezcla de manera homogénea y alcanzar la consistencia de una masilla. En general, cuanta más agua agreguemos más fácil será trabajar la mezcla, pero menos duro será el hormigón resultante del fraguado. Para pequeñas cantidades conviene utilizar el accesorio mezclador que se acopla en el taladro, y con mayores volúmenes usaremos la hormigonera.
Un fraguado de larga duración
Una vez mezclado y vertido, el hormigón se fortalece con el paso del tiempo, en un proceso paulatino de muy larga duración. Como sucede con muchos adhesivos, la reacción química que produce el endurecimiento del compuesto tiene una rápida fase inicial, pero después se ralentiza de manera considerable. El hormigón sigue endureciéndose largo tiempo, de modo que en cinco años puede multiplicar por ocho la resistencia alcanzada en 24 horas.Una etapa fundamental al aplicar hormigón es el llamado curado, proceso que vigilaremos especialmente cuando se trata de obras en el exterior. La acción combinada del viento y el sol puede ocasionar un brusco secado superficial, lo que derivará en retracciones y fisuras. Es necesario rociar el bloque con agua regularmente, y cubrirlo con un plástico impermeable si nos ausentamos. Cuanto mejor sea el curado, más resistente y duradero será el hormigón. Igualmente evitaremos hormigonar en época de heladas.
Dar forma mediante el encofrado
El hormigón se moldea de muchas maneras. Para construir cimientos de edificios y casetas de jardín se vierte directamente en zanjas cavadas en la tierra, tras nivelar y apisonar, una vez haya endurecido una fina capa previa, denominada hormigón de limpieza. Para muchos elementos verticales, se fabrica el molde específico llamado encofrado, habitualmente con tablas de pino, que se untan con aceite para facilitar su desmontaje cuando el hormigón ha secado.El hormigón armado se obtiene colocando en el hueco antes del vertido unas armaduras de hierro, en forma de mallas cuando son de diámetro fino, o de barras sueltas cuando son más gruesas. Dichas piezas quedarán perfectamente embutidas dentro de la masa, y su función es añadir resistencia a tracción, que junto con la genuina resistencia a compresión del hormigón determinan un material excepcional, el hallazgo más decisivo en la albañilería de los últimos siglos.