Esta mesa es el prototipo de las muchas fabricadas en España durante los siglos XVI y XVII, pudiéndose datar de principios de 1600. Es conocida como mesa bufete, palabra derivada de la francesa, pero que no tiene relación con los muebles franceses de este nombre. El bufete, aquí, es una mesa con patas inclinadas, talladas en forma de balaustre, a principios de siglo, y cilíndricas con anillos más adelante. Se trata de una mesa de nogal, con tablero liso y cuadro, cajones tallados con motivos geométricos, dos de ellos frontales, y tiradores de hierro forjado formando una estrella de ocho puntas con un péndulo.
Se puede deducir que la ornamentación es de estilo mudéjar y el ebanista de ascendencia musulmana. Recordemos que, después de la expulsión de los moriscos, se adoptaron influencias artísticas árabes: los travesaños de hierro son elegantes, más fuertes que la madera, y flexibles, razón por la cual resulta sorprendente el hecho de que no fueran adoptados en Europa antes del siglo XIX. Seguramente esta mesa perteneció a algún aristócrata y se utilizó para escribir. Actualmente está expuesta en el Saló Daurat de la Generalitat Valenciana, verdadera joya de la arquitectura renacentista.
Patologías detectadas
* La mesa estuvo almacenada sin protección y sometida a las inclemencias ambientales. Posteriormente un anticuario la adquirió y la rebarnizó.
* La tapa presentaba diversos repintes, suciedad, erosión, golpes y agrietamiento de la capa de barniz.
* Aparte de lo mencionado anteriormente, los cajones y las patas tienen un ataque puntual activo de insectos xilófagos (carcoma).
Proceso de restauración
En primer lugar se llevó a término una limpieza superficial, con bisturí, paletina y aspirador de los ángulos, rincones y orificios. La desinsectación curativa y preventiva de las patas y cajones se realizó con unos productos específicos, Xylazel y Corpol, con el sistema de inyección e impregnación de las partes afectadas. Seguidamente se introdujo en compartimentos estancos y sellados (plástico).
Esta operación se hizo tres veces, cada cinco días. Una vez consolidada estructuralmente la pieza, se procedió a la eliminación de los repintes. Posteriormente, analizando el mueble, se optó por una restauración conservativa. Por eso, se utilizó un gel decapante de cloruro de metileno con el fin de llegar a la pátina original sin dañarla, utilizando desengrasante, estropajos y lana de aluminio para retirar los restos del producto. La limpieza del travesaño, tiradores y herrajes se realizó con vinagre caliente, lana de aluminio y cepillo metálico.
Una vez terminadas las operaciones de eliminación de los repintes, se lijó y pulió con esponja de lija medio fina, y se ebanizaron algunas zonas decoloradas con anilinas al agua (tierra mineral siena y marrón Bismark), con la intención de igualar tonalidades.
El último procedimiento en el acabado final fue la aplicación de cera (encerado fue su nutriente original), al principio con paletina, frotado, y posteriormente con cotón. Se recurrió a cera incolora de abeja para la tapa y cera nogal para las tapas. Los orificios se sellaron con cola vinílica y endurecedores de poliuretano y posteriormente con cera endurecida nogal. El brillo final se llevó a cabo con trapos de algodón. Las piezas metálicas se protegieron con un barniz antioxidante para metales mongay.