Los proyectos de bricolaje suelen conciliar dos propósitos, utilidad y decoración y las vallas con palets no son la excepción. Normalmente, surge primero la necesidad, y tratamos de solucionarla mirando por la estética. Nuestro lector BNF nos presenta un soberbio ejemplo: ante los continuos destrozos de su perrita en una rocalla, decidió fabricar una valla disuasoria. Y, además de funcional, el resultado es de gran belleza.
De nuevo estamos ante una fantástica labor de reciclaje, ya que la materia prima utilizada por el artista para realizar las vallas con palets. Dado que nuestro amigo reside en una zona muy lluviosa durante todo el año, había que proteger las tablas de hongos y otros deterioros causados por la humedad. !Sigamos paso a paso el montaje que Bruno desarrolla a la perfección!
Aquí tenemos el comienzo de la historia, el rincón del jardín donde surgió la necesidad de una valla con palets. Nos cuenta nuestro amigo BNF que estaba cansado de encontrar todas las mañanas semejante destrozo. ¿Y quién era el infatigable vándalo? ¡Misterio!
"Viéndole la cara el primer día que llegó a casa, nadie imaginaba el torbellino que terminó siendo", dice nuestro amigo.
La impecable rocalla de piedra natural es obra también de BNF.
¡Y vamos con la tarea! El artista selecciona las tablas de palet para el montaje, cortándolas con cierta holgura para darles después del cepillado el tamaño exacto.
"En la medida de lo posible evitaremos nudos, sobre todo si tienen resina y zonas en mal estado que luego nos puedan dar problemas", señala BNF. Tras cortar todas las piezas, nuestro amigo las cepilla y las regruesa.
Seguidamente, nuestro amigo procede a cortar los listones horizontales donde irán clavadas las piezas. "Evitaremos en lo posible también los nudos", indica.
El extremo redondeado se puede marcar con un bote de pintura o cualquier objeto redondo, explica BNF. "Pero yo, que soy complicado por naturaleza, lo hice así: marqué una línea (ya que dejé las piezas un poco más largas) con la medida ya exacta y, con un gramil que me regaló un buen amigo, marqué el centro. Luego tracé la línea redonda. Y el siguiente paso ya es recortar, en este caso con la sierra de calar".
Después del corte, una lijadita muy suave. "El corte ya estaba bien escuadrado, pero si queréis lijar con un ángulo recto perfecto, también se puede lijar en la esmeriladora o en un taladro con soporte, poniendo una base en ángulo recto. Muchos pensaréis que para una valla no hace falta tanta perfección, pero estos consejos servirán para cualquier otro trabajo", indica BNF.
"Lo siguiente que hice fue fresar todos los cantos". Explica nuestro amigo Bruno que los cantos absorben mucha humedad, y una forma sencilla de paliarlo es redondear cada vértice con la fresadora. "Aquí llueve día sí y día también, con lo cual hay que dificultar la entrada del agua en la medida de lo posible".
Recogemos otro valioso consejo de BNF: "a la hora de fresar las esquinas, es mejor que lo hagáis de fuera hacia dentro, para evitar posibles astillamientos".
Un detalle de buena carpintería: dado que la jardinera está en pendiente, BNF toma el ángulo con la falsa escuadra y lo lleva a la ingletadora, para cortar la base de las piezas que formarían los lados. "Bueno, pues gran parte del trabajo ya está, con lo cual le doy una lijadita suave a todo".
Para hacer los anclajes en las esquinas de la valla, BNF recicla las patas de dos mesas camilla. "Primero recorto las patas y luego elimino la madera de los ensambles".
Los ensambles tienen grapas por dentro, de modo que se impone una meticulosa 'tala' antes del cepillado.
Tras hacer unos tajos en vertical con el formón, procurando no dañar el filo, se retiran los trozos de madera, y ya entonces podemos cortar y quitar fácilmente las grapas con los alicates apropiados.
Una vez retirados todos los restos de los ensambles, nuestro amigo repasa los demás desperfectos: vacía los nudos de resina para después rellenar las cavidades con trozos de madera, y elimina los restos de cola vieja con un formón.
"Si tenéis pistola de decapar, con ella se quita la cola estupendamente", aconseja Bruno.
"Recorto las piezas para rellenar los huecos de los ensambles. Yo primero, a la hora de serrar, en lugar de serrar de golpe lo que hago es dar un corte firme de una pasada para marcar la línea. Entonces procedo a serrar, así tendremos un corte perfecto ya que las guías con el tiempo se van desgastando".
Sólo falta encolar las piezas y afilar suavemente el extremo de las patas.
"Con una fresa le hago unas cajas en dos lados contiguos donde insertar las tablas que hice al comienzo, para luego atornillar en ellas la valla".
Después de aplicar tres manos de un protector para maderas de exterior, Bruno pinta con caucho líquido los extremos de las ocho patas de camilla. Así la parte clavada en tierra quedará aislada de la humedad.
"Como no encontré unos tornillos negros del tamaño adecuado, he tenido la santa paciencia de pintar la cabeza de todos", explica Bruno con su buen humor de siempre. ¡Desde luego el trabajo mereció la pena! Los tornillos quedan perfectamente disimulados en la valla, sin los feos puntos dorados que vemos en tantos montajes.
¡Y ya sólo queda brindar con champán del mejor, como se merece una valla tan espléndida! Felicitamos a nuestro amigo Bruno por esta labor sensacional... y también queremos agradecer calurosamente a la perrita Lira sus afanosas excavaciones, que nos han permitido conocer un trabajo de primera categoría.