No fue fácil, sobre todo por la sesión de lijado que nos dimos. Pero además del pelo lleno de polvo de madera, el ego se queda muy repleto de buenas vibraciones.
Y luego el destino nos ayudó con las ideas. Por un pequeño percance, el espejo se rompió y entonces, en lugar de caer presos del pánico, nos inventamos la pizarra. La consola vino por si misma, a decirnos que quería independencia absoluta, que ella ya era lo suficientemente importante. Esperamos que esta transformación de este recibidor antiguo les guste tanto como a nosotros.
Por aquí les dejamos algunas fotos de la transformación de este recibidor antiguo.
a aquí
y aquí
El proceso, duro, como siempre, nos llevó a la poesía pura. Es decir, nada de barniz, tan sólo una ligera pátina blanquecina en la pizarra y en la consola nada. El tacto de la tapa es muy gustoso así, sin nada.
Para la pizarra, el cantar fue otro. Manos y manos de la pintura especial para reconvertirla y manos de lija al agua entre medias que hubieran suavizado hasta el carácter de Conan el Bárbaro.
Pero como el resultado es satisfactorio, cualquier agujeta derivada de este trabajo mereció la pena.
Saludos!!!