Estas enseñanzas son un maravilloso recurso para el aficionado. Imaginad los progresos después de realizar algún trabajo complicado, durante varios días, bajo la atenta guía del profesional, y conviviendo de la mañana a la noche con otros alumnos igual de entusiastas.
Por ejemplo, hace poco el carpintero americano Kelly Mehler impartió un taller de seis días para un grupo de alumnos, que realizaron sendos bancos de trabajo completos. El cursillo costaba 1.150 dólares, con materiales incluidos, y naturalmente los alumnos se llevaban a casa el banco que habían fabricado.
Es normal que se programen cursillos con diferentes dificultades, duraciones y precios: mesita de noche, caja, marco tallado...
Pienso que tales cursillos son una costumbre muy saludable, que en España deberíamos imitar sin tardanza.
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