Hace más de un siglo, un joven arquitecto que visitaba una fábrica de loza descubrió una pila de fragmentos arrumbados en el patio, eran piezas desechadas, rotas durante la manipulación. El inquieto artista pensó en utilizarlas, y así nació lo que sería la inconfundible impronta multicolor de sus edificios. Aquel arquitecto se llamaba Antonio Gaudí.
El trencadís inventado por el maestro catalán reúne gratas cualidades: luminosidad, resistencia, color, y la que más nos convence en una época de crisis, economía. Difícilmente podemos imaginar otro material de construcción que ofrezca unos resultados decorativos tan deslumbrantes a partir de piezas desechadas. !Compruébalo en esta galería de trabajos!
Comenzamos con un ejemplo muy característico de trencadís, realizado por Caballito d.mar. Para conseguir las piezas del mosaico, sencillamente se trocean las baldosas con un martillo. Observemos que en la selección para el dibujo abundan las piezas triangulares, ya que son muy adaptables.
Una obra de Pikutara, durante la ejecución. Observemos la minuciosa colocación de las piezas.
Y vemos aquí terminada la elegante encimera de lavabo que realizó Pikutara. La superficie fue tratada con una resina transparente, para hacerla impermeable.
Otra vista de la encimera. Antes de verter la resina selladora, nuestra lectora Pikutara recomienda nivelar al milímetro la encimera, para que cubra y rellene todo el soporte por igual.
En su fuente de jardín, Xesco se decidió también por el trencadís, obteniendo un armonioso contraste con la austeridad del ladrillo. Las piezas, de innumerables colores, son en este caso de mayor tamaño que las utilizadas en mesas y maceteros.
Y finalizamos con otra cautivadora mesa, decorada por Tela-pinto; lleva varios años a la intemperie y acusa algunos deterioros, que nuestra lectora ya está reparando. Para cortar los azulejos, Tela-pinto aconseja la ‘rulina’ de los cristaleros: después de rayar el azulejo, se parte limpiamente y con facilidad.
Un simpático detalle de las posibilidades del trencadís. Sin duda la mesa de Tela-pinto habría complacido a Gaudí, quien contaba en sus memorias: “Rodeado de viñas y olivares, animado por el cloquear de las gallinas, el canto de los pájaros y el de los insectos, y con las montañas de Prades al fondo, capté las más puras y placenteras imágenes de la Naturaleza, que siempre es mi maestra".