Intentar reparar una mecedora es una modalidad especialmente satisfactoria de la restauración de piezas desechadas, tras rescatarlas de los contenedores. Si dejar como nuevo un mueble añejo y gastado siempre resulta gratificante, causa una emoción especial ver de punta en blanco, tras varias horas de cuidados, una pieza que iba camino del vertedero.
Nuestra amiga Náyade abordó con un resultado sensacional la reparación de una mecedora, recogida de una cuba de desperdicios. Recordemos que conviene someter a cuarentena los muebles de madera que metemos en casa, aunque vengan del anticuario, desinfectándolos para evitar cualquier indeseado contagio de polilla o carcoma en los restantes muebles de nuestra casa.
Para comenzar a reparar una mecedora, lo primero que hizo nuestra amiga fue lijarla a conciencia. “Luego le arreglé todos los desperfectos, tenía un desgarrón en una de las patas, y los tornillos que sujetaban uno de los brazos se le habían roto”.
Para trabajar cómodamente, Náyade puso la mecedora sobre la mesa de su taller. Según explica, “ha sido mucho trabajo, sobre todo lijar los brazos y las patas con tantas curvas”.
Para arreglar el brazo tronchado nuestra habilidosa amiga le puso cola de carpintero y unas puntillas de cabeza pequeña. Seguidamente, lo sujetó con unas mordazas.
“Usé pintura acrílica americana rebajada con agua, color Baby Pink, sólo una veladura para que se viera la veta de la madera. Luego, unos toques del color Light Buttermilk, con el que también pinté la rejilla, que por cierto estaba en perfecto estado”.
“Pensando en el sitio donde la iba a poner, mi dormitorio, le pinté unas florecitas a juego con la funda del nórdico. En verano la pongo sin el nórdico así que seguirán haciendo juego”.
“No soy muy amante del rosa, pero en este caso la veía en este color y me gustaba. Y por último, una manita de barniz satinado para protegerla”. ¡Espléndido trabajo, enhorabuena!