Siempre que nos enfrentemos a una reforma de albañilería, lo primero que debemos valorar, es qué agarre vamos a utilizar. Dependiendo de los materiales que deseamos unir, de la superficie donde lo vamos a usar o de la función específica que desarrollarán, debemos poner unos u otros.
Es importantísimo preparar bien el producto antes de utilizarlo. Si este proceso está mal realizado, el producto podría no cumplir su funciónfijadora, lo que traería consecuencias como grietas en la superficie, caída de los materiales, una rápida erosión o incluso el derrumbamiento de techos, paredes o suelos.
El yeso de albañilería
No es más que sulfato de calcio anhídrido. Como su nombre indica se obtiene del calcio, se deshidrata y se reduce a polvo. Cuando lo ponemos en contacto con agua, se produce una reacción fisicoquímica en la que se cristaliza el producto y la pasta queda lista para usar.
Cuando vamos a realizar un trabajo en el que nos han recomendado el uso de yeso, es aconsejable que conozcamos los tipos que existen y cuál nos interesa adquirir.
- Yeso negro: se utiliza para realizar tareas que exigen una mayor fortaleza y consistencia, como levantar tabiques o añadir materiales a una pared.
- Yeso blanco: en este caso, se usa para enfoscar paredes y techos, su fraguado es más rápido pero es menos fuerte que el anterior.
Para realizar una buena mezcla, la proporción normal aconsejada es de un litro de agua por un litro y tres cuartos de yeso. Las dimensiones varían si queremos darle una mayor o menor densidad, dependiendo del trabajo que se va a desarrollar.
El hormigón
Corresponde a la mezcla de grava, cemento gris, arena y agua. El hormigón se ha convertido en el material por antonomasia de la albañilería. Al igual que hablamos del Rey de la Selva, también podemos hablar de este compuesto como el monarca de los materiales de construcción.
A la hora de preparar la mezcla, lo más cómodo es el uso de una hormigonera, porque simplemente mezclando los materiales en su interior, al cabo de unos minutos tendremos el compuesto. Si por el contrario no disponemos de la termomix de la albañilería, el proceso se hace un poco más costoso. En este caso tendremos que seguir los siguientes pasos:
1. Extiende la grava en el suelo y ponle encima la arena.
2. Mezcla estos materiales con la pala hasta que formen un compuesto único.
3. Agrega el cemento y mézclalo de nuevo.
4. Con la pala haz un cráter en el centro de la montaña como si se tratara de un volcán.
5. Llena el agujero de agua y remuévelo todo.
La mezcla ideal para realizar un hormigón armado para suelos o cimientos que van a aguantar grandes presiones es la siguiente: por cada 250 kg. de cemento, 600 litros de arena y grava. Esta proporción es válida para cubrir un metro cúbico. La cantidad de agua se calculará valorando la densidad de la masa.
Consejos a la hora de extender el hormigón
Cuando el hormigón nos va a servir de soporte en el suelo, es imprescindible colocar antes una capa de malla metálica o ferralla. Esto evitará que el suelo o los cimientos puedan agrietarse con el peso o los cambios de temperatura.
Un último consejo para terminar. Cuando ya hemos colocado la ferralla en el suelo y esté todo listo para extender el hormigón, colocamos debajo de la malla metálica unas cuñas que la eleven del nivel del suelo. Así nos aseguramos de que la mezcla no se agriete ni ceda con el paso de los años.