Cuando un vamos a arreglar un mueble tiene que tener buena base para envejecer, es decir, está correctamente fabricado y con maderas de calidad, el polvo, la oxidación y el abandono apenas le han hecho mella. Y no hay que desanimarse ni siquiera por los estragos de la carcoma. Por muy decepcionante que sea su aspecto, unas horas de pacientes cuidados le devolverán su esplendor. Restaurar muebles es un trabajo muy divertido para toda la familia.
Encontrar la 'media limpieza'
Otra de los aspectos importantes para arreglar un mueble son los restauradores llaman 'media limpieza' a ese estado que se consigue cuando el mueble recupera su magnificencia, su apacible y sereno brillo, pero mostrando a la vez las marcas, surcos y mellas que revelan su venerable edad. Esta forma de restaurar es la que podríamos llamar europea. Los americanos por el contrario gustan del mueble sin tacha alguna, como recién estrenado, para lo cual no dudan en desmontarlo pieza a pieza y rehacerlo de nuevo, tras lijar incluso el exterior.
Para conseguir la media limpieza, la premisa esencial es olvidar la lijadora eléctrica: se borraría de la superficie de la madera el rastro de los siglos, que han grabado en la madera unas texturas irrepetibles. La tarea consiste en rescatar el brillo de la goma laca, bajo la costra de suciedad. Esa fina costra de una fracción de milímetro sólo puede quitarse sin dañar el lacado limpiando pacientemente con la muñequilla, humedecida en un producto adecuado, ayudándonos con lana de acero de la más fina.
La fachada principal de los muebles
A excepción de las mesas, los muebles tienen un lado predominante, que es el frontal, aquel donde están la puerta o los cajones. Esto se cumple en armarios, cómodas, bargueños, consolas y aparadores. De hecho, los estragos rebajan el precio de los muebles mucho más cuando están en el frente. Pero hay muebles en los que esta vocación 'plana' es extrema, y puede causarnos desconcierto la tosquedad de los flancos y la trasera en un mueble que ostenta un bellísimo taraceado en los cajones. Esto se debe a que eran muebles creados para un hueco empotrado, o que iban pegados a la pared.
Un ejemplo característico son las rinconeras: junto a bellos torneados de cremosa madera de raíz, pulidos como una barandilla de mármol, veremos en los laterales y el fondo tablas nudosas y agrietadas. Este contraste puede ser desconcertante, llevando a levantar sospechas sobre la autenticidad del mueble. Tal fabricación es normal y legítima: el maestro ebanista no derrochaba artículos de lujo, como son las tablas de máxima calidad, en las partes del mueble que nunca iban a verse. En general llevan también madera de buen árbol, pero con nudos y grietas que obligaron a descartarla para los exigentes 'papeles protagonistas'.
Conviene desmontar las piezas metálicas
En el trabajo de restaurar muebles, la primera fase es el reconocimiento del terreno: identificar los diversos materiales que componen el rostro, la superficie, la parte donde se esmeran los cuidados y tratamientos. Los muebles con piezas de metal deben recibir una limpieza diferenciada. Cuando van atornilladas, sobre todo las bisagras, lo más cómodo es extraerlas, para lo cual conservaremos las fijaciones numeradas, a fin de colocarlas en su sitio exacto al terminar, dado que la fabricación artesanal ocasionaba pequeñas desigualdades.
En el caso de refuerzos o adornos metálicos como cantoneras, codos y tirantes, es preferible no tratar de quitarlos, dado que suelen ir montados con remaches, y fácilmente dañaríamos la tabla. Para limpiarles el óxido y abrillantarlos, procederemos a cubrir bien todo el perímetro de la pieza con cinta de carrocero o similar, para que los ácidos de los productos específicos no provoquen corrosión en la madera. En piezas de latón es muy recomendable finalizar con un abrillantado, que hará un precioso contraste con el oscuro reflejo de la madera.
Restaurar un mueble es una tarea muy entretenida en familia. Hay labores al alcance de todas las habilidades, de modo que mientras unos preparan las mezclas, otros pueden dar muñequilla, pasar la lana de acero, o abrillantar con un paño. Las casas modernas, llenas de muebles funcionales y asequibles, pero impersonales y estereotipados, reciben como agua de mayo un mueble antiguo, que además de su color y sus texturas dará a su rincón las vibraciones de las cosas que hemos trabajado manualmente, con tenacidad y esmero.