Una lata que estaba destinada a la basura (eso nunca) cambia completamente con un poquito de pintura, una cuerda y tinta.
Con un sencillo transfer le damos un toque muy veraniego.
Y aunque sea muy poquito, ahora ya tenemos un trocito de playa en casa. No huele a sal, no nos mancha como la arena, pero mientras no podamos ver el mar nos vamos a tener que conformar con el azul de esta estrella.
Este post participa en los Findes Frugales de Colorín Colorado. Cosas pequeñas, muy sencillas, pero preciosas.