Para comenzar a hacer la casa de ave primero debemos realizar la tarea siguiendo los planos que la Sociedad Española de Ornitología ofreció en un número de su revista. Nuestros hijos gozarán ayudando en la tarea proteccionista, y si además instalamos la caja nido cerca de casa podrán ver el desarrollo de los polluelos. Colgaremos la caja en el jardín o en el parque, seleccionando una rama elevada en un sitio resguardado del sol y del viento.
El segundo paso para elaborar la casa de ave debemos fabricar nuestra caja con tablero contrachapado de 10 mm, aprovechando el sobrante de unas baldas. Ya hemos marcado las piezas a cortar; la caja tendrá el tejado inclinado, con fondo de 15 cm, fachada de 20 cm, y pared trasera de 25.
Con la magnífica sierra japonesa cortamos rápidamente y sin apenas esfuerzo las paredes, el suelo y el tejado que conformarán la minúscula vivienda. Por su comodidad y precisión, esta herramienta aventaja en muchos trabajos a la sierra caladora.
Ya tenemos las piezas de nuestra caja nido preparadas para el montaje. A continuación damos un pulimentado con la lima de metal para igualar las aristas, aunque por razones de ventilación es preferible no sellar herméticamente las uniones.
Con la broca de corona hacemos un agujero de 32 mm de diámetro, apto para los pequeños páridos, como herrerillos y carboneros, que tanto alegran nuestros parques, sotos y jardines con sus colores, sus acrobacias y sus primaverales cantos.
Para evitar excoriaciones en la delicada piel de los pajarillos, repasamos con la lija de taco el agujero. Observamos que la sierra japonesa dejó bordes mucho más limpios.
Seguidamente pulimos bien el interior del agujero, recurriendo al consabido truco de envolver con lija un bote de medicinas, o cualquier objeto cilíndrico.
Iniciamos el montaje. Conforme a las estipulaciones de la Sociedad de Ornitología, hemos descartado el uso de cualquier adhesivo, que podría resultar tóxico para las crías, y uniremos las piezas solamente con puntillas.
Tras clavar parcialmente las puntillas en la tabla frontal, la colocamos sobre ambas paredes y terminamos la colocación, utilizando el martillo con cuidado.
El fondo de la caja es el punto clave de la estructura, ya que soportará el peso del nido y de toda la prole, que en el caso de los herrerillos puede llegar fácilmente a los diez polluelos. Para reforzar la solidez de la unión, damos cierta inclinación a las puntillas.
Hundimos las cabezas de las puntillas en la madera con el botador. De esa forma evitamos que puedan provocar algún incidente, como los enganchones de una rama, que al ser zarandeada por el viento ocasionaría grandes molestias a las avecillas.
Nuestra caja nido ya está casi preparada para recibir a sus inquilinos. Sólo falta poner dos pequeñas bisagras en la tapa, que permitirán limpiar el interior al terminar la cría. Como los herrerillos y los carboneros son excelentes acróbatas, la entrada no necesita palos ni apoyos.
Cerramos la tapa con dos cáncamos y un alambre, para evitar ataques de posibles depredadores, y por fin colgamos nuestra caja nido en un lugar tranquilo, que podremos vigilar con prismáticos. ¡Pronto los niños verán con alegría que la invitación es aceptada!