Junto a la cómoda de abuelita también recogí este espejo estilo barroco de madera oscura y barnizada.
Como he hecho con el resto de piezas restauradas, la idea de recuperarlo y transformarlo a mi gusto para que encajara en nuestra casa.
Lo que me llamó la atención de él fue la forma de su marco, sus insinuantes volutas y que el espejo en sí ya contaba con los defectos del paso del tiempo. Me parece una imperfección que le aporta un aire romántico y casi fantasmagórico, pero que gracias al nuevo aire, ya no da tanto miedo, ¿no creéis?
Cuando comencé a trabajar en él, lo único que tenía claro es que deseaba compensar el diseño tan antiguo con un nuevo color neutro y sencillo. Una nueva imagen que le quitara años pero que conservara la esencia del espejo.
Mientras lo transformaba, se me ocurrió resaltar los contornos y volúmenes del marco con un tono más oscuro...
Así es como llevé a cabo la transformación:
1. Antes de comenzar a trabajar sobre la madera del marco, quité el espejo que estaba encajado dentro de él. No quería arriesgarme a mancharlo o darle algún golpe. Quité las puntas que lo sujetaban y lo guardé cuidadosamente en papel de bolitas.
Lijé con papel de lija las superficies lisas del marco y con taco de lija los volúmenes. Así eliminé todo el barniz.
2. Escogí el tono Pepple Galet / Guijarro de Pintura Americana. Apliqué dos generosas capas sobre toda la superficie y dejé secar.
3. El acabado que se consigue con esta pintura es mate y perfectamente uniforme. Así me parecía que mi espejo iba a quedar bastante soso...Así que después de aplicarle una generosa capa de cera, utilicé la esquinita de un trapo untado en betún de Judea para marcar un poco los contornos.
Por ahora no tengo un sitio pensado para colgar esta preciosidad, pero seguro que no pasa mucho tiempo hasta encontrarle uno bien visible, como se merece.