Aprende a forrar un armario empotrado fácil

Cómo ganar almacenamiento extra en casa

Aprovechando que el tiempo lluvioso invita a quedarse en casa, nuestra lectora Gely1133 nos anima a ejecutar una reforma sencilla y muy vistosa, con la que ganaremos almacenamiento extra: forrar un armario empotrado o una despensa. El montaje está al alcance de un principiante, y el presupuesto en materiales se queda en unos módicos y razonables 60 euros.

 

Gely1133 señala la piedra en la que no debemos tropezar: a menudo, estos huecos son engañosos, y las paredes interiores desconocen los ángulos rectos y las aristas paralelas. Es preciso comprobar y medir meticulosamente con el metro, la escuadra y la plomada, para después adaptar los tableros rebajando los cantos donde sea preciso.

 

 

 

 

El hueco que va a forrar nuestra habilidosa lectora sólo tiene el marco y la puerta. Los tableros vienen ya cortados de la carpintería conforme a sus indicaciones: dos de 61,5 x 204 cm para los laterales, el fondo de 81 x 204, y en el techo uno de 61 x 81 cm. Los cuatro estantes vienen ya canteados por el lado frontal.

Gely comienza presentando los tableros laterales y marcando las zonas a corregir, “porque las paredes de obra están tan derechitas como la carretera del puerto de Pajares”, explica nuestra lectora, con su buen humor habitual. Para rebajar los cantos, utiliza una cómoda herramienta específica.

Tras aplicar adhesivo de montaje, presentamos sobre la pared y hacemos los taladros. Ponemos tacos sin reborde, para que puedan introducirse bien y no se vean después.

Procedemos a poner los tornillos, refuerzo adicional que se añade a la firmeza del adhesivo. El techo y el fondo se montan igual, con adhesivo, tacos y tornillos.

Para sostener las baldas, Gely aprovechará unos listones que le sobraron de un montaje anterior. Antes de colocarlos, les hace unos taladros pasantes para facilitar la tarea.

Marcamos la posición del estante, comprobando con el nivel de burbuja. Taladramos en los agujeros que previamente hicimos en las guías.

Colocamos los estantes y volvemos a comprobar que están nivelados. Gely ‘repesca’ ahora unas esquineras que guardaba de anteriores faenas, para usarlas de embellecedores en las aristas.

Ya sólo queda disimular las cabezas de los tornillos con unos apliques autoadhesivos. Se venden en muy diversos tonos, de manera que puedan camuflarse sobre cualquier madera.

Y aquí vemos ya terminada la despensa de obra “que salió en un huequecito de la pared”, dice modestamente la artista. ¡Anímate a seguir su ejemplo!



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