Sobre el cabecero, su nombre. Cajas de cartón recicladas con una manita de pintura y botones de colores. Para rematar una guirnalda de pompones.
En el interior de las cajas, unas velas para que no se sienta sola por las noches.
Cuando la habitación es de una princesa lo normal es que la cama tenga dosel. Pero cuando la casa no es un castillo y el espacio es reducido hay que echarle imaginación y adaptarse.
La mesilla son tres cajas: dos de cerezas en blanco y una más de madera en rosa. Como me parecía que quedaba demasiado baja, unos tarros de cristal hacen de pies.
Pero ser princesa no es una tarea fácil. También tiene que ocuparse de los asuntos del reino en su mesa de trabajo.
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