Estos deportes acuáticos son cada vez más populares. Pueden practicarse en ríos, arroyos, lagos, torrentes, pantanos, y hasta en el litoral con algunas embarcaciones. No se requiere mucho calado ni una gran extensión de agua: con los kayaks y las piraguas sólo necesitaremos un pequeño cauce con medio metro de fondo para disfrutar de la navegación.
Si tenemos interés en aprender, muchos clubs nos alquilarán todo lo necesario por cuotas mensuales realmente módicas. En otros casos, especialmente cuando se trata de embarcaciones para un solo tripulante, el aficionado es también el propietario. Piraguas, kayaks y botes de remos necesitan unas tareas especiales de mantenimiento, y se prestan a muchos apaños ingeniosos y resolutivos.
Los botes de remo
El mantenimiento y las reparaciones del bote de remos se centran en el soporte ajustable para apoyar los pies, un elemento especialmente vulnerable dado que todo el esfuerzo de la palada repercute en el apoyo. Por eso, el accesorio que contrarresta la enorme presión del avance ejercida por las piernas es un elemento muy proclive a roturas y desperfectos, y su fabricación plantea severas exigencias.
Hoy día tales soportes suelen fabricarse con fibra de carbono, material que ofrece una asombrosa combinación de ligereza y resistencia, y se emplea en infinidad de equipamientos deportivos, desde las raquetas de tenis y los palos de hockey a los coches de Fórmula 1. Aquí vemos la importante pieza, que se puede regular a la medida del remero. Las zapatillas, por cierto, forman parte del conjunto, y van clavadas al soporte.
El kayak, una afición de moda
Por su carácter de navegación solitaria, los kayaks se prestan más que ninguna otra embarcación a los recursos eficaces, ingeniosos y muchas veces improvisados que denominamos bricolaje. La primera necesidad a resolver es el transporte del kayak en tierra. Para llevarlo desde el coche al agua se utiliza un mini remolque de dos ruedas, que muchos aficionados fabrican después de comprar los materiales.
El navegante en kayak a menudo pasa muchas horas en la embarcación, y debe llevar a bordo todo lo necesario, incluyendo naturalmente el carrito que lo ha transportado hasta la orilla. Dado que estas embarcaciones son aptas para el mar, hay que vigilar que la evacuación de agua sea correcta. Esto se consigue con el llamado imbornal, una pieza que suele tener mejoras diseñadas por el tripulante.
Los deportistas del piragüismo
La piragüista Olaya Fernández tiene 9 años y vive en Asturias, donde hay gran afición a ese deporte. La pequeña palista, que prefiere navegar en los ríos, lleva una carrera triunfal gracias a su esfuerzo y sus aptitudes, y se animó a empezar contagiada por el ejemplo de varios amigos. A nuestra amiga Olaya le encanta la competición, y considera que el piragüismo es muy divertido.
Nos cuenta Olaya que en el club se encargan de limpiar los botes, almacenarlos y prepararlos para cuando llegan los palistas. Ellos sólo deben ocuparse de subirlos a la ‘furgo’ al final, cuando entrenan y también cuando compiten en otros lugares. Cada deportista tiene asignada una piragua, y la de nuestra amiga es de color verde. !Esperamos ver a Olaya en los Juegos Olímpicos algún día!
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